"Los hechos y/o personajes del siguiente Blog son ficticios, cualquier similitud con mi vida personal es pura coincidencia."



miércoles, 30 de junio de 2010

Guilty. Not good enough.

Culpa. Creo que de todos los sentimientos miserables que me andan perturbando este es el que prima.

Por empezar, la madrugada pasada, habiendo dormido seis horas en setenta y dos (durante tres días) lejos de estar cansada, mi cabeza seguía haciéndose espacio para sufrir y hacerse cargo de toda la culpa. Seis de la mañana me despierto después de una tensa discusión con mi profesora de Sociedad y Estado acerca de la baja nota y mi respuesta desubicada a raíz de su equivocada recriminación por mis inasistencias, y no es la primera vez que pasa, en el primer parcial me pasó exactamente lo mismo, la noche siguiente me despierto también en plena madrugada gritando que el Plan Pinedo fue establecido en 1940, y que por ende no pertenece a la etapa del peronismo!! En fin boludeces mías. Pero el hecho está en la intranquilidad, en la exigencia, en el reproche por haber malgastado el tiempo quejándome y alargar la tortura.
Estuve tres semanas “encerrada” con las ganas reprimidas de hacer tantas cosas ¿Para qué? Para que ahora llegue un breve descanso hasta los finales, y yo me sienta tan culpable que vuelva a caer en los mismos errores de mi historia vieja, para que me autoboicotee, me reproche y no me permita disfrutar de nada porque simplemente creo que no me lo merezco.

Ahora viene esa parte en donde empiezo a postergar las cosas de nuevo, donde cancelo absolutamente todo, mi cama se vuelve mi santuario y ojala no me echen del laburo, porque sino desaparezco del mundo y me tragan las sábanas. O tal vez, por el contrario, en el peor de los casos, salgo disparando para el otro lado, y me reconcilio con la noche a la que tanto extraño, me refugio en el alcohol, y ya me encontraran alguna mañana caminando por Las Heras preguntándole a la vida por el gobierno de Alfonsin y por el fracaso y las consecuencias del Plan Austral… sí, hasta ese punto llega mi obsesión, enfermedad y estupidez. Y entonces me voy a descarrilar, me voy a ir al carajo concretamente, con el mismo fin: castigarme, castigarme y castigarme hasta que sienta que al menos parcialmente cumplí la condena que me autoimpongo para despejar de culpa mi conciencia.

Autoestima: menos doscientos cuarenta y ocho. Voy a necesitar un tiempito largo para perdonarme por esto, y por estar perdiendo el tiempo ahora mismo, descargando mi impotencia por ser tan mogólica y no querer cambiarlo, y por buscar soluciones en trasnochar con pelis y tiramisú... en hacer que mi vida se centre en la acumulación de pequeños sucesos (muy PELOTUDOS) precedidos por un signo menos. Y si las cosas van positivamente bien, siempre voy a encontrar la manera de darle la vuelta para que todo me reste, me haga sentir más chiquita en un mundo indomable, que se extiende por fuera de mi alcance.

Junio termina, otro mes más que desaparece de mi vida sin avisar, que se me escapa arrancándome la fuerza de voluntad, la iniciativa y mis ganas de cambiar, dejándome únicamente la nicotina y unos kilos de más.
… Y tengo miedo de seguir escribiendo, asique lo dejó acá. No quiero reconocerme como lo que fui, no quiero caer en la cuenta de que sigo siendo la misma y siempre lo voy a ser.
En definitiva, somos lo que creemos y lo que hacemos que los demás crean que somos. Hasta que no deje de ponerme de adorno los mil apodos denigrantes que me invento, no voy a empezar a sentirme mejor conmigo misma. Soy efectivamente lo que digo ser. Lo que yo piense de mí es la impresión que voy a dejarle al mundo. Ese desastre, con el que siempre tiendo a titularme, es lo que soy.