"Los hechos y/o personajes del siguiente Blog son ficticios, cualquier similitud con mi vida personal es pura coincidencia."



domingo, 30 de mayo de 2010

Una vez más y para toda la vida (que no es para siempre)

Me desperté diferente, no en la mañana, quiero decir, no en el día en sí mismo, sino en la manera de ver la vida, particularmente mía. Me desperté con ojos antiguos y una perspectiva negativa del mi pretérito ser oscuro que llevo en mis raíces.
Llovió en todo Buenos Aires, llovió en cada una de las calles porteñas, copiosamente y con la fuerza de lavar los vestigios de festividad del fin de semana pasado. Pero mi atención se fijaba en las gotas que caían sobre las tejas de mi morada, el golpeteo constante sobre los pocos metros cuadrados donde se acomodan los retazos de sábana que me protegen infantilmente de todo los males de las noches, descuidando el más peligroso de todos ellos: las pesadillas.
Y sospecho que fue culpa de estos malévolos sueños que amanecí distinta, un poco confundida respecto al tiempo que me separaba de los sucesos vívidos en mi memoria alterada.

Cuando volvía esta tarde, ansiosa por refugiarme del día gris, me detuve por un chocolate amargo, porque por alguna razón supe que a la madrugada de mañana (ahora) le iba a faltar algo dulce para contrastar.
Acá estamos: mi tableta de un negro brillante y yo, esperando que la pava chille para que nos acompañe un café cortado y que juntos reanudemos los delirios trasnochados del verano pasado.
No quiero especificar que es lo que hago, ni quién soy, o lo que pretendo hacer, ni menos aun que es lo que pasa y que es lo me ha estado pasando. No quiero convertir esto en un informe diario o semanal de mi vida, no quiero dar las noticias, ni alejarme de la realidad para sumergirme en el maravilloso espacio paralelo que brinda la virtualidad. No quiero tampoco desdecir todo lo dicho previamente. En resumen, no busco, ni objeto absolutamente nada, y por lo tanto no quiero explicarte porque estoy enfrente, prefiero que cruces y ahí mejor te lo cuento.
No quiero decir verdades, ni tampoco dejar de decirlas, pero también quisiera mentir, agregar y borrar, acomodar a mi antojo, y no tener que discernir entre ficción y realidad.


Son las cuatro de la mañana, y hoy una vez más es el primer día. El primer día de muchas cosas, el primer día tal vez de un fracaso, de un escalón que me acerque al éxito. Y mañana puede que pase al segundo, o que vuelva a empezar, pero de tanto esperarlo estoy a punto de convencerme que mañana nunca va a llegar, y que cuando todo termine todavía será el día inicial.
Entonces voy a refutar tus teorías de la semana y media, de los cinco días y hasta de los tres primeros, y voy a convencerte de que bastan veintitrés horas y algunos minutos para llegar casi al final.
¿Viste el enero pasado? Bueno, estoy a la misma altura, pero ahora ya conozco a medias el camino y me puedo acercar hoy mismo. Si no llego, siempre vas a encontrar un hoy para volverme a invitar. Y cuando sólo te devuelva rechazos... y agote la última oportunidad, sólo ahí vas a quererme (como yo) olvidar.