"Los hechos y/o personajes del siguiente Blog son ficticios, cualquier similitud con mi vida personal es pura coincidencia."



lunes, 29 de noviembre de 2010

No cejarás.

Necesito testigos, o atestiguar. Me fui al carajo, él me llama de nuevo, me volví una basura. Daría cualquier cosa para cambiarlo, para retroceder a la segunda semana de octubre, y sin embargo para este jueves no pienso estudiar. El sexo es todo y ni siquiera me alcanza. Quiero desenchufarme, estoy enfermándome de nuevo y necestaría, sería óptimo si me ayudaras, me dieras una mano. El enero pasado ¿te acordás? no, cierto que no me conocías, pero este puede volver a ser igual. Me reprimo a medias y me equivoco de igual manera. Tengo que confesarte, nunca voy a cansar de lastimarme. Manaña voy sentirme más viva que nunca. ¿Reparaste en la idea de que mañana no llega? Entonces quizas siga muriendo por siempre. No todo es tan trágico, las palabras no tienen la misma resonancia cuando la soplan mis labios. Esta soy yo, no la que entrecierra los ojos y se acomoda el pelo con la mano derecho hacia atras... despeninadose con los dedos abiertos. Duermo con cada uno, pero cuando estoy sola están todos conmigo al mismo tiempo, mientras a su vez están con otras mujeres y hombres, entonces somos muchos más ¿te diste cuenta? No entendés. Me entendés cuando  te digo que no puedo más, cuando lloraba con Inocencia de Avril.. en la estación Devoto... ¿el tren San Martin? ¿Una noche a las nueve pasadas? ¿Y aquella otra mañana? también eran las nueve pasadas... LLegué cuarenta minutos tarde a trabajar, nadie se dio cuenta. De alguna manera no siempre estoy donde parece. Mamá y papá los amo, pero ahora se van y me dejan el espacio libre, el tiempo suficiente para recuperar la vida. Los amo desde lejos, los extraño igual. Soy feliz muriéndome, y de alguna manera siendo feliz en vísperas de la muerte me siento más viva que nunca. La eternidad te aletarga, te suspende, te anula las ganas. Vivimos mitad muertos mitad vivos. Cuando morimos pasa lo mismo. Yo creo que estoy un paso al costado del proceso normal, natural, corriente. O por ahí estamos todos sumergidos en las mismas aguas, y nos convencemos de que pertenecen a mares distintos. ¡Queeee ssse yo! Para mi todos los demás son de porquería y yo soy la única esperanza del mundo del mañana. ¡Basura! soy más hija de puta que el propio sistema. Pero bueno, así como también lo soy, lo haría mejor. Un granito. En ese mar de mugre, un granito de la base, de la superficie... eso es lo que soy, lo que sostiene al mundo contaminado. Somos importantes. Si lo intentábamos en serio, quizás no lo hubiésemos logrado tan... ¿irreversible? Ayer hice una lista e incluí a varios, quizás lo lean y de inmediato sepan que están adentro, o mejor dicho que lo van a estar, ja. Los caprichos míos no son leyendas. Ganas, es lo único, estoy vacía. Volví con los que me lastiman, quizás ya dejaron de lastimarme y pretenden volver.. siempre voy a tener la puerta abierta para ustedes! los extrañaba hasta debo admitir, y después me jacto de mi inteligencia. Así se explican las desiciones con consciencia que me arriman al dolor, a recuperar la sensación continua de inhalar, exhalar... algo así era, a veces me olvido de esa parte. ¿Sabes que? Mi perra no me ama, es más a veces le toma más de treinta segundos reconocerme y cesar el ladrido, no exagera, somos extraños. Podría amarla, eso es lo más triste ¡y cómo lo haría! Podría amar a cualquiera que promotiera lastimarme por siempre y no dejarme jamás. Los que lastiman y vuelan, con la misma rapidez se me vuelan a mi de la cabeza. Quedate, torturame, te amo. Simple, gano vida, ¿no lo ves? Y porque las experiencias retorcidas me enseñaron de muy malas fuentes que de eso se trataba el camino a la muerte. Yo le tome cariño. Despues de todo nadie puede contradecirme, todo es muy subjetivo. Chau moral, te traicioné, te fui infiel, me cague en vos basicamente. Me gusta más que pasarme horas enteras tragándome tus boludeces. Soy desobediente, soy un DESASTRE (lo que lo provoca y las consecuencias que genera), no pienso hacerle caso a una convicción propia, hago todo mal... ¿por qué entonces tendría que pensar bien? Mmm.. no, esa ya no me la creo.  Bien o mal: MUY MAL. Mi vida podría ser diferente ¿sabes? ¿por qué no quiero? Cigarrillos, café y vacío por un lado, sexo, alcohol y remordimiento por el otro. Tanto hedor a muerte. Qué lástima, y pensar que era toda una belleza de chiquita... parecía un playmobil. De tantos destinos que le esperaban, no me hubiera imaginado jamás, que hubiera preferido no escoger ninguno.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Un perfume por otro

Luz gris en la habitación. Todavía no había llegado a abrir los ojos cuando la vi. De regreso a la conciencia el dolor de cabeza fue inmediato, puntadas intermitentes en mi sien, el estómago reclamaba también. Me levanté, sería domingo, me faltaba esa presión habitual con la que amanezco cada mañana sabiendo que siempre se me hace tarde para presentarme en algún lado. Me incorporé despacio, abrí los ojos y dejé que mis pupilas se contrajeran lo suficiente como para protegerme de los delgados hilos de luz sucia que se filtraban por el entramado de la persiana. Busqué en el suelo, ahí estaban mis zapatos negros, uno de ellos a punto de perder su taco y un vestido a lunares sobrio. Sobre la mesita de luz collares, pendientes, notas, cigarrillos, y pastillas anticonceptivas. ¡genial! Había olvidado tomarla la noche anterior. Rápidamente me obligué con violencia a rebobinar mi memoria. Definitivamente había pasado la noche con alguien, el peso en mi pecho y esa sensación de remordimiento esparcida bajo cada célula de mi cuerpo lo confirmaban. Y sin embargo, los registros de mi noche anterior morían en el bar de mi ex facultad. Cerveza, cigarrillos y un Dj provocándome con la mirada. Había algo más. Luché por erguir mi espalda contracturada, me dolía el cuerpo, el cansancio de mis músculos me superaba. De pronto un sabor agrio se trepó por mi tráquea generándome arcadas, corrí al cuarto de baño y los vomité: los azulejos, el espejo y a la chica que con desprecio me miraba del otro lado. La ignoré, su rostro me recordaba a alguien del pasado, seguramente la conocía hace tiempo y habíamos tenido la oportunidad de ser mejores amigas en su época. Pero me resultaba un rostro extraño, y por su expresión entre repulsiva y complaciente supe que ahora estábamos lejos de aquel amistoso pasado. Me desplomé al instante sobre las cerámicas heladas, estiré los brazos hacia los costados y boca abajo bese el suelo, cerré con fuerza los ojos, como si de alguna manera esto ayudara a recordar, y volví a hostigarme con preguntas sobre la noche anterior... nadie en mi se dignaba a responder. Mi memoria estaba avergonzada y su labor reprimiendo y manteniendo los recuerdos en lo clandestino era excelente. La deje, debía tener sus razones para olvidar, mi vida era terrible, y ya demasiado era vivirla una vez como para recordarla y revivirla una vez más.

Lloré. Mi cuerpo no valía nada, y mi alma, si es que algo de eso hubiera adentro, valía mucho menos. Escapaba a los recuerdos queriendo memorizar, llovían imágenes, palabras, sabores.. Me odié.
Yo nunca fui la víctima. Soy de todas mis noches el factor más peligroso. ¡¿Que peligrosa la calle, los borrachos, los pungas y los negros violadores!!?. Peligrosas son mis manos, mi cabeza y lo que en conjunto provocan, roban, destruyen, lastiman, regalan y asesinan.

Anoche había sido todas las noches de mi vida. Mitad olvido, mitad querer olvidar por siempre. Y si fuera x, p, o z... hubiera sido con gusto y sin ningún tipo de discriminación mi objeto de acecho. Soy un desastre, un manojo de angustias, aspiraciones y hormonas. Soy un desastre, soy un desastre en el suelo, con vomito en los dedos de los pies y con una terrible jaqueca que por momentos pareciera fatal.

Me desperté de mediodía ya, a juzgar por la posición central del sol . Después de una ducha helada y un café cargado con tostadas de domingo había pasado a ser un martes fresco, aunque el calendario me mentía diciendo que era sábado. En televisión, los canales de aire habían suspendido las novelas de la tarde poniendo en su lugar deprimentes películas nacionales, sólo para seguirle la corriente a la mala broma del almanaque. La vida es un inmenso complot de factores que buscan destruirte. A cada uno de nosotros, la vida siempre está intentando matarnos.

¡Anoche, anoche...! no se borraba de mi cabeza y ni siquiera podía recordarla. Tenía el sabor a alguien más en los labios, así que busqué el celular, evité los mensajes no leídos y me dispuse a escribir y mandar. Al rato las respuestas comenzaron a vibrar. No leí ninguno y lo apagué. Sabía que estaban, que los tenía, que si gritaba por sexo responderían sedientos de mi sed. Otra vez ese sabor ajeno saltando ahora de los labios a mi lengua. Varios sabores tal vez... ¿Cuántos? Me encontré con mi antebrazo y sus marcas, alguien había vuelto a preguntar por ellas. Hace tiempo que había dejado de ocultarlas, ellas eran el recuerdo vivaz de mi sufrimiento interno, la expresión de la locura que me fermenta por dentro. Y ahora esa locura la disparaba hacia el resto y no sobre mi. Dolía más. Era el acto perfecto: yo necesitaba sufrir y ellos... bueno estaban dispuestos a proporcionármelo. Pero la posición de víctima no era suficiente para lograr enemistarme conmigo. Y de pronto, casi sin darme cuenta, estaba con mis actos desquiciados y vanos, lastimando a terceros. Todos necesitaban sufrir, sólo que ellos no lo sabían. Y sólo que cada uno es el único que puede ser autor de su propio dolor, directa o indirectamente.
Seis de la tarde. El agua caía desmigajada sobre mi piel magullada. Era el tercer baño. La suciedad no se quitaba.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Comienzo a pensar que el cincuenta por ciento está hecho sólo con quererlo…  y el otro cincuenta se completa esperando que suceda.  

martes, 23 de noviembre de 2010

Necesitar, sufrir... vivir en silencio.

Anoche, en una reunión con amigos, en donde nadie me conocía más allá del nombre y de la edad. Me topé con una incipiente mujer, que llevaba casi sin descuido las mismas marcas que yo en su antebrazo, pero en sentido horizontal. Me preguntó por qué, evadí la pregunta y le expliqué que la manera de suicidarse era un corte vertical, me dijo que siquiera pensó en suicidarse al momento de hacerlo.. La comprendí, como quizás nadie, pude sentir ese dolor, esa tenacidad con la que la vida había presionado su alma, y su mente no estaba a la altura de entender de donde proviene tanta angustia y cómo desaparecerla. Entendí mucho más que ella, pude leer sus cicatrices, escritas por su caligrafía, la cual parecía no poder descifrar ni ella misma.
Insistió en la pregunta inicial y me hostigó con el ‘por qué’ que desencadenaba la respuesta más oscura de mi vida. Sonreí, y solté un par de carcajadas exageradamente sonoras y ridículas, y no supe más que disfrazarme de ella, y contestar ingenuamente que no sabía por qué, que simplemente me había ‘pintado’ hacerlo. El público en la habitación asintió, aprobando mi respuesta, como si todos se sentirían de la misma manera. ¿Qué importaba por qué? En definitivamente nos habíamos sentido realmente mal, y cada uno había buscado la mejor manera de expresar, o como suelo decir yo, calmar esa necesidad por drenar la angustia.
Me sentí avergonzada, tal respuesta significaba una terrible ofensa para el pasado que llevaba en brazos. Pero nadie en esa habitación tenía siquiera un cuarto de la apertura de cabeza que se necesita para al menos llegar a considerar la locura y los enredos de mi psiquis, y ninguno tenía los ojos preparados como para adoptar como realidades, nuevas versiones de vida.
El ambiente de marihuana, la nicotina, los labios salados y una necesidad urgente de sexo. Ese era mi panorama, los cortes en mis muñecas habían cesado, y sin embargo por ese ínfimo detalle yo creí haberme curado... es verdad, ya no dejaba correr más sangre por mis brazos, refugiándome en la excitación de ver como de a poco volvía literal esa sensación constante de sentir que día a día me iba vaciando... Y porque me amigue con los alimentos, y me enemiste con los filos cromados, todos a mi alrededor, incluyéndome, recuperamos el sueño.
A poco más de un año, todos mis demonios se personificaron en elementos cotidianos de mi vida. Y los dejé entrar, desconociendo que eran los mismo elementos de tortura pasados, que ahora regresaban disfrazadazos de placeres. ‘Soy capaz de convertir un beso en una puñalada’, supe confesar acertadamente alguna vez.

Y digamos que había olvidado todo esto, pero ayer me llevó un trayecto de siete cuadras recordarlo, invocarme hace un tiempo y ver que nunca logré ser muy distinta a lo que fui.

Como si yéndome escaparía de lo que me abrumaba, o cómo si afuera encontrara nuevas y mejores maneras de lastimarme, huí. Me seguiste, me encontraste con un cigarrillo y las piernas débiles, flaqueando del sueño. Sabías que había un solo objetivo para anoche, quise ocultarlo, pero esa sed de dolor estaba explícita en mis retinas. Y me suplicaste que pensara, que estaba a tiempo. Quisiste figurar mi vida con palabras, para lograr que de alguna manera reaccionara ante el horror de lo que me provocaba (siempre voy a estar quince pasos adelante...), cuando terminó el vano monólogo, te confesé lo sola que me sentía... cuando en realidad lo que muy mal estaba intentando decirte era que había elegido abandonarlos una vez más, para fugarme con mi desdicha, a vivir en libertad esa relación obsesiva conmigo, con el fatalismo y los límites.
Realmente estaría muy desequilibrada si confesara que mi vida pende de un número tres ¿no? Realmente estaría muy vacía si te diría que es lo único que puede llenarme, muy poco valdría mi vida, si con tres unidades alcanzara a devolverle su valor.
Realmente de nada habría servido tanta lucha si diría que de vez en cuando ( y ahora es de vez en cuando) extraño el enero pasado, y quisiera, realmente quisiera de corazón, haber tenido éxito en mi intento.

Hay tanto que hubiera contestado a raíz de ese ‘por qué’. La mayoría del tiempo lo dejo de lado, y la memoria es fallida para con el dolor. Pero de vez en cuando, poso mi mano en mi antebrazo, y despacio acaricio con la yema de mis dedos su textura, reviviendo un torbellino de recuerdos que me transportan al más sombrío pasado, que pareciera estar más vivo que mi propio presente.
Perdón si me amas. Porque inevitablemente voy a volver a sufrir.
¿Cómo explicarte en este instante, cómo se siente la presión del dolor acumulado durante tantos años? Una vez más, la vida me amenaza y mi fuerza suplica por un descanso.

domingo, 14 de noviembre de 2010

La previa de la final.

Resulta que economía me tiene harta, que me levanté seis horas más tarde de lo acordado, que me tienta romper las promesas, que en una semana quiero ser feliz y es algo muy factible. Resulta que quiero salir, bailar, enamorarme, viajar en tren y encontrarte. Me tomé un café y me cambió la vida, la percepción, concentración y me abrió el apetito para desayunarme las cuatrocientas páginas del libro. Anoche el peor sábado de mi vida, también el más sano, hoy el primer domingo que no amanezco arrepintiéndome por nada... se siente bien dormir liviana. La cabeza despejada, y con una fe inmensa que moviendo montañas me va a hacer aprobar lo improbable. Y de la misma manera el próximo domingo cuando me detenga a releer estos párrafos no voy a entender de lo que hablaba, de la cantidad de miedos infundados, de la preocupación que aunque muy poca, bastante molesta. Desconociéndome sin darme cuenta. Entusiasmada, ilusionada de realidades. ¿Me faltaba querer no? Bueno, ahora quiero. Sólo resta mantenerme constante el tiempo que quede. Me espera algo, este es el principio de un bellísimo cambio.

jueves, 11 de noviembre de 2010

I just want to feel something.



http://weheartit.com/Florcii

sábado, 6 de noviembre de 2010

La respuesta NO, no me aparece como opción.

Quizás no hayan sido necesarios tantos errores para aprender a hacerlo bien. Porque ni siquiera siendo tantos pude extraer algo útil de tan malas experiencias.
Pero tengo que confesarte que soy adicta a los errores, a las equivocaciones, a esa sensación de culpa y arrepentimiento, a ese peso que se exceda a lo máximo que puedan soportar este par de hombros frágiles, a la sobrecarga de conciencia...
Sufrir se me volvió una adicción desde hace años, necesito que duela para sentirlo, necesito angustia para potenciar todas las sensaciones. Soy una masoquista con todas las letras, y aunque me convenza de haber cambiado, de necesitar algo diferente, tengo miedo de encontrar un par de ojos que me encuentren.
El miedo en realidad es hacia mi misma, de no sentir lo que pienso, de no querer lo que digo, de no buscar lo que necesito, de creer mis mentiras. Me detesto, porque es necesario que me digas que algo es dañino para que esté dispuesta a consumirlo. Y si vos me prometieras una apuñalada yo estaría dispuesta a entregarte mi espalda.
Lo necesito, odio las mentiras, y sin embargo son las únicas que logran hacerme sentir viva. Te atraigo, soy como una imán que detecta lo que promete afectarme. Todas mis relaciones son iguales, sea de familia, de pareja o de amistad, siempre consigo situarme en el papel de la víctima. Me gusta sufrir, me atraen los problemas, me encanta que me mientan... no le veo otra explicación al tema.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

¿Crisis?

Y probablemente esta sea nuestra última conversación, y yo en vez de aprovecharla esté actuando como espléndida histérica que soy, porque después de tanto tiempo sólo quisiera echarte en cara todo mi sufrimiento de golpe, quisiera hacerte entender en vano con estúpidas y alborotadas palabras lo que provocas siendo tan poco, la inteligencia que te falta y la astucia elevada de conseguir lo que quieras.

Y quizás tendría que haberte olvidado hace tiempo, como creí haberlo hecho, pero un puto día de pronto se te ocurre reaparecer, hacer esa milagrosa aparición fantasmal, y completar el único episodio que le faltaba a mi vida para volverla una excelente película de terror.
Pero no, a pesar de que balbuceo, insisto y exprimo mi sufrimiento, te dedicas a repetir hasta el cansancio que soy histérica, terca y rencorosa. Y la mejor respuesta que me podes dar es tu silencio, al que arruinas con muecas ridículas y un intento humillante y orgulloso por recuperarme sabiendo que estoy regalada. Y te odio, te odio con la suma de todos los odios anteriores, multiplicado por millares, porque sos el más atractivo, el más culto, el más lejano, el más pelotudo y el más hijo de puta de todo mi historial. Sos ideal para hacerme sufrir, sos ideal para confeccionarme una vida de mierda y asegurarme una cornamenta de dos metros de alto. Sos una basura, mentiroso, exagerado y forro.
Y yo soy más idiota, por tener que recurrir a puteadas para tirarte abajo, porque no encuentro palabras que describan tu maldad tan exquisita.

¿Con qué necesidad? Ni siquiera te pido que me mientas, no te pido que me leas ningún cuento antes de que vayamos a dormir, no hay pretextos, no hay motivos, no te exijo absolutamente nada, pero a vos te encanta asegurarme muerta en tus manos, mecerme, tirarme y levantarme a tu antojo. Y yo a su vez encuadro perfecta.
¿Con qué necesidad? Si debes tener docenas a tu disposición, si yo estoy a kilómetros de vos, si tengo 18 y un futuro aparentemente extenso, y sin embargo no te importa destruirlo, jamás se te va a ocurrir algún día asomarte un poquito más allá de tu frente para saber lo que le pasa o quiere el otro.

Y sos vos, sos todos, sos mi ruina, sos… quien sabe?, hasta incluso yo en algún no muy lejano pasado.
Pero hoy no sos nadie, sos el fundamento que explica la ausencia de mi confianza, sos un trauma más entre tantos, un motivo nuevo por el cual temerle al amor y mantenerme más distante, sos una gota más en un vaso vacío, en un alma consumida.
Y sólo me resta darte las gracias, gracias por facilitarme la tarea de lastimarme.