"Los hechos y/o personajes del siguiente Blog son ficticios, cualquier similitud con mi vida personal es pura coincidencia."



sábado, 27 de noviembre de 2010

Un perfume por otro

Luz gris en la habitación. Todavía no había llegado a abrir los ojos cuando la vi. De regreso a la conciencia el dolor de cabeza fue inmediato, puntadas intermitentes en mi sien, el estómago reclamaba también. Me levanté, sería domingo, me faltaba esa presión habitual con la que amanezco cada mañana sabiendo que siempre se me hace tarde para presentarme en algún lado. Me incorporé despacio, abrí los ojos y dejé que mis pupilas se contrajeran lo suficiente como para protegerme de los delgados hilos de luz sucia que se filtraban por el entramado de la persiana. Busqué en el suelo, ahí estaban mis zapatos negros, uno de ellos a punto de perder su taco y un vestido a lunares sobrio. Sobre la mesita de luz collares, pendientes, notas, cigarrillos, y pastillas anticonceptivas. ¡genial! Había olvidado tomarla la noche anterior. Rápidamente me obligué con violencia a rebobinar mi memoria. Definitivamente había pasado la noche con alguien, el peso en mi pecho y esa sensación de remordimiento esparcida bajo cada célula de mi cuerpo lo confirmaban. Y sin embargo, los registros de mi noche anterior morían en el bar de mi ex facultad. Cerveza, cigarrillos y un Dj provocándome con la mirada. Había algo más. Luché por erguir mi espalda contracturada, me dolía el cuerpo, el cansancio de mis músculos me superaba. De pronto un sabor agrio se trepó por mi tráquea generándome arcadas, corrí al cuarto de baño y los vomité: los azulejos, el espejo y a la chica que con desprecio me miraba del otro lado. La ignoré, su rostro me recordaba a alguien del pasado, seguramente la conocía hace tiempo y habíamos tenido la oportunidad de ser mejores amigas en su época. Pero me resultaba un rostro extraño, y por su expresión entre repulsiva y complaciente supe que ahora estábamos lejos de aquel amistoso pasado. Me desplomé al instante sobre las cerámicas heladas, estiré los brazos hacia los costados y boca abajo bese el suelo, cerré con fuerza los ojos, como si de alguna manera esto ayudara a recordar, y volví a hostigarme con preguntas sobre la noche anterior... nadie en mi se dignaba a responder. Mi memoria estaba avergonzada y su labor reprimiendo y manteniendo los recuerdos en lo clandestino era excelente. La deje, debía tener sus razones para olvidar, mi vida era terrible, y ya demasiado era vivirla una vez como para recordarla y revivirla una vez más.

Lloré. Mi cuerpo no valía nada, y mi alma, si es que algo de eso hubiera adentro, valía mucho menos. Escapaba a los recuerdos queriendo memorizar, llovían imágenes, palabras, sabores.. Me odié.
Yo nunca fui la víctima. Soy de todas mis noches el factor más peligroso. ¡¿Que peligrosa la calle, los borrachos, los pungas y los negros violadores!!?. Peligrosas son mis manos, mi cabeza y lo que en conjunto provocan, roban, destruyen, lastiman, regalan y asesinan.

Anoche había sido todas las noches de mi vida. Mitad olvido, mitad querer olvidar por siempre. Y si fuera x, p, o z... hubiera sido con gusto y sin ningún tipo de discriminación mi objeto de acecho. Soy un desastre, un manojo de angustias, aspiraciones y hormonas. Soy un desastre, soy un desastre en el suelo, con vomito en los dedos de los pies y con una terrible jaqueca que por momentos pareciera fatal.

Me desperté de mediodía ya, a juzgar por la posición central del sol . Después de una ducha helada y un café cargado con tostadas de domingo había pasado a ser un martes fresco, aunque el calendario me mentía diciendo que era sábado. En televisión, los canales de aire habían suspendido las novelas de la tarde poniendo en su lugar deprimentes películas nacionales, sólo para seguirle la corriente a la mala broma del almanaque. La vida es un inmenso complot de factores que buscan destruirte. A cada uno de nosotros, la vida siempre está intentando matarnos.

¡Anoche, anoche...! no se borraba de mi cabeza y ni siquiera podía recordarla. Tenía el sabor a alguien más en los labios, así que busqué el celular, evité los mensajes no leídos y me dispuse a escribir y mandar. Al rato las respuestas comenzaron a vibrar. No leí ninguno y lo apagué. Sabía que estaban, que los tenía, que si gritaba por sexo responderían sedientos de mi sed. Otra vez ese sabor ajeno saltando ahora de los labios a mi lengua. Varios sabores tal vez... ¿Cuántos? Me encontré con mi antebrazo y sus marcas, alguien había vuelto a preguntar por ellas. Hace tiempo que había dejado de ocultarlas, ellas eran el recuerdo vivaz de mi sufrimiento interno, la expresión de la locura que me fermenta por dentro. Y ahora esa locura la disparaba hacia el resto y no sobre mi. Dolía más. Era el acto perfecto: yo necesitaba sufrir y ellos... bueno estaban dispuestos a proporcionármelo. Pero la posición de víctima no era suficiente para lograr enemistarme conmigo. Y de pronto, casi sin darme cuenta, estaba con mis actos desquiciados y vanos, lastimando a terceros. Todos necesitaban sufrir, sólo que ellos no lo sabían. Y sólo que cada uno es el único que puede ser autor de su propio dolor, directa o indirectamente.
Seis de la tarde. El agua caía desmigajada sobre mi piel magullada. Era el tercer baño. La suciedad no se quitaba.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

wow.........

volasintomarnada dijo...

A pesar de lo q me transmitio, es muy lindo lo q escribiste =)