"Los hechos y/o personajes del siguiente Blog son ficticios, cualquier similitud con mi vida personal es pura coincidencia."



martes, 31 de mayo de 2011

Soy demasiado buena para este mundo repugnante.

martes, 24 de mayo de 2011

Es la primera vez que el dolor no me deja dormir. No duermo, no puedo.

viernes, 20 de mayo de 2011

Te equivocás, sufrís y aprendes.


Por más que me duela, y por más que me irrite, no puedo, de ninguna manera, ser mala. Seré una estúpida quizás, pero no pienso perder ni ante el más hijo de puta mi paz mental.  
Prefiero quedarme con este cascote en la garganta, y con los ojos ardiendo y los dientes mordiendome la lengua. Te habrás llevado un puñado de lágrimas mías cada día, te habrás llevado mis gritos, mil preguntas deseperadas por vos hacia la nada, te habrás llevado parte de mi piel, y mis emociones sinceras e incluso te habrás llevado mi dignidad en el momento en que decidí convertirme en un trapo,  pero mi esencia, esa inocencia que tengo y mi bondad, que es lo que me hace hace brillar, eso no lo opacás ni lástimandome de la más miserable de todas las formas. De ninguna manera voy a oscurecer mi espíritu devolviéndote dolor, furia ni ninguna otra manifestación de venganza.
¡Y sabes que lo más maravilloso? que aunque ni siquiera hayas terminado de darme el golpe ya estás perdonado. Y está perfecto, tendrás tus motivos para hacerme esto. Por mi parte necesito desintoxicarme, asique te invito a retirate de mi vida y llevate con vos todas las marcas que prentendías dejarme.  

lunes, 16 de mayo de 2011

Palabras fáciles.

Se empieza por extrañar, y de pronto cuando falta, te das cuenta que ya lo estás necesitando. Quizás suene exagerado por la diferencia de años, por los treinta días que llevamos, por tu aparente desinterés y tus palabras fáciles. Pero sin importar absolutamente nada, quizás esté enamorada. O tal vez sea obsesión, costumbre.. o este vacío que tengo en el pecho por necesitar estar acompañada. Pero reviviste algo en mi, alguna parte que tenía callada, dormida pero esperando, y ahora no estás, y queda un agujero en ese bendito lugar que forzaste adentro mío. Te metiste, me despertaste y me dejaste cándida frente a esta realidad, que ahora sin vos duele tanto.
Preferiría que jamás hayas pasado, preferiría haberme mantenido cerrada, fría y distante como durante tanto tiempo lo hice. ¿Pero como hacerlo frente a un te amo, frente a tu loca idea de vivir juntos, de pasar el resto de la vida mirándonos, de hacernos el amor cada noche que reste y dormir abrazados? ¿cómo convencerme de que todo era mentira? ¿cómo superarlo?
Ningún otro par de labios me sabe a nada, ninguna caricia me excita, ninguna espera me mantiene ansiosa. Me robaste el resto de las oportunidades, el sueño, el hambre y las ganas de hacer conmigo algo.
¿Como se quita esta estaca clavada en el alma? ¿Con cuantos días crees que me alcance para arrancarte de mi cabeza?

No podría explicarte como se siente sufrir cuando el motivo sos vos, no me creerías.
Y ese infierno que se incendió en tu ausencia, se extingue en un segundo con una sola palabra tuya que me esté extrañando.
¿cómo hacés para tener tanto poder sobre mi?

Pero más allá de que mi enamorado verdaderamente sea un disfraz o sea real, no habría final feliz para ambos que no sea el de cada uno por separado.
Como suelo decir, la vida tiene extrañas formas de probarnos. Y vos sos una, que no se cómo carajo voy a tener que superarla.

domingo, 15 de mayo de 2011

Puede desmoronárseme el mundo, pero en casa siempre me están esperando.

Me siento como si fuera feliz: ahora estoy feliz.


En cuanto tenga la necesidad de descargarme lo voy a hacer. Por ahora, todo lo que veo en el horizonte me sienta bien. El otro día me lo dijeron, es una edad en donde tenés tanto, tanas oportunidades, tantas novedades y cosas que no sabes para donde agarrar. Y día a día estoy en ese límitte (por lo general siempre bastante extremista yo), o de mandar todo a la mierda o de buscar una vida relativamente sana que desemboque en un día a día 'feliz', tomado con pinzas. En que cada día cuando me siente a escribir, no sea un vomito de deseos por desaparecer o de frases agresivas maldiciendo la injusticia que yo misma me cree, sino que fluya lo que escirbí allá arriba: que me siento como si fuera feliz, sin saber lo que es ni darme mucha rozca para intentar definirlo, simplemente sentir la sospecha de que lo es, de que ese es el sublime sentimiento por el cual el hombre camina durante toda su vida procurándolo.
Hoy se lo que quiero, y puedo ver cuan equivocados tenías los conceptos y la relación entre ser feliz haciendo lo que uno quiere, creyéndo que es lo mejor. ¿Pero desde cuando sabemos eso?
Yo, desde hoy.

sábado, 14 de mayo de 2011

Hola, sí, estoy hecha mierda. Ya lo voy a poder escribir.

viernes, 13 de mayo de 2011

Irreversible

Al puto Blog no sólo se le ocurre perder el servicio estos dos últimos días cuanto más lo necesitaba sino que encima se le antoja empezar a borrarme las entradas. ¡Buenisimo! Como si hubiese cosas que me prohibiera decir.
Como sea, estoy en un límite, no puedo decir que volví para atrás todo lo que había progresado, porque no es asi, sí quizás este hecha mierda y dolorida casi en el mismo nivel, pero de ahí a ser la misma, no.
Me chupa un huevo que vos ni nadie lo vea, yo no soy la misma persona. Y hoy decidí que si alguien tiene que sufrir ya no voy a ser yo.
No se que piensan, no se realmente que se les cruza por la cabeza, pero evidentemente no me creen cuando digo HOLA, ESTOY MAL, me me creen cuando lloro, no me creen el 'papi, no puedo más'. Y tampoco me creyeron cuando hice efectivo el chau, de la misma manera que ahora no me creen que me quiero ir, y que si me quedo me quedo unicamente para que me vean morir.
Tantas malditas veces me morí por ustedes, que ya no se me ocurre creer como queriendome pueden lastimarme tanto. Y duele, y duele, y me sentí culpable durante tantos años, hasta que fueron tantos los golpes que hoy no siento nada.
Absolutamente nada. Y si dios existe, y sí fue el nuestro creador, sabrá entenderme, y comrpenderá el esquema y funcionamiento de mi mente como para aceptar mi esceptisismo y no por ello malas intenciones. Sabrá entender que lo último que busqué en toda mi vida fue lastimar a alguien, jamás, y si lo hice fue por imprudente, por inocencia o ceguera. Sabrás entender el por qué ahora me elijo a mí antes que a los seres que más amo... y sabrás entender si algun día llego a dejar de amarlos.
No existe quien pueda vestirse con mi piel, ni ponerse al hombro todas mis cargas, ni procesas mis retorcidos pensamientos. Asique dejen de comprar mi vida con la del resto y mi dolor con el de ustedes, queridos ignorantes.

Nada podría sorprenderme, estoy al límite y hoy soy capaz de hacer lo que sea con tal de no sobrepasarlo, incluyendo cruzar todo los demás límites que no sean el de la vida misma.
Y es tu culpa, dejame culparte al menos en esta ocasion, de que este como estoy, de que caiga adonde caiga, de que me destruya y de que pruebe lo que sea neceasario antes de volver a hacer lo de antes. Me hiciste mierda, ¿entendés?, y encima quisiste abrazarme, ¡dios! ¿que abrazabas? ¿Adonde querías llegar? ¿qué es lo que querés que entienda? ¿que después de todo esto podés llegar a quererme? ¿que lo haces por mi bien, por cuidarme? ¿Como se traduce en buenas intenciones un homicidio? Quizás prefieras matarme vos antes que me mate yo misma. Como sea, yo estaba bien, estaba mejor, y gracias a vos ya no me encuentro. Soy esto, el espantoso reflejo de tus reacciones, de tu opresión se libera cada grito de auxilio que trasmuto en autolesiones. Me estás matando y no lo ves, y ya es tarde para perdonarte, o al menos para que volvamos a ser las de antes.
No lo aguanto, y cuando sea tarde para que lo entiendas, y efectivamente lo hagas, no te juzgues por incrédula, porque ni siquiera me escuchaste.
Me perdiste ma.

jueves, 12 de mayo de 2011

Pensar sin la cabeza, sentir sin el corazón.

Hace un rato me restregué los ojos frente al espejo, y me impactó creer que puedo estar volviéndome un ser sensible. Tenía dos manchas grandes que nacían de mis párpados y me llegaban hasta las orejas, lagrimas y maquillajes y mis dedos negros. Esa imagen es algo frecuente últimamente.
Hace aproximadamente un mes que llorar se convirtió en nuevo ritual en mi vida. Pese a que cada día existen motivos para hacerlo, me preocupa.
Desde que recuerdo, el dolor me resultó siempre agradable, y conservarlo me hacía sentir cómoda. Era mío, parte de mi, me definía. ¿Por qué entonces ahora empiezo a sentir esa sensación de rechazo frente a situaciones angustiantes?
Cada vez que el dolor me punza el pecho, ahí aparecen los malditos síntomas: esa picazón en la nariz que te produce la primera lágrima antes de salir, esa opresión en el pecho y el atasco en la garganta o el quiebre de la voz si llega desafortunadamente de improvisto antes de permitirte terminar alguna frase...

Y lloraba. Lloré hoy, ayer y la semana pasada. Se que voy a llorar mañana.

Sensible, es lo único que me cierra. Un estado pasajero (espero), como si estaría indispuesta y el período se hubiera prolongado, ja. Irritable, histérica, cambiante, sensible... más sola, más necesitada, más enamorada, más alegre, más deprimida.
Intenso, cada segundo que pasa es más y más intenso, y las cosas pesan más y son más fuertes. Y el sol está más cerca y la noche es impecablemente negra, y hace más frío y la lluvia moja más, y el tiempo pasa más rápido o más lento y los ojos tienen más relieves y las voces son más afinadas. Todo se acentúa, se multiplica o se acrecienta.
Un realismo exagerado, días excelentes y deplorables, bellísimos y espantosos. Pero no buenos ni malos, no normales ni a medio pelo. No hay lugar a un ‘me gusta’.. ¡¡¡me encanta!!! No existe tampoco un ‘me disgusta’, directamente me es insoportable.

Me siento caprichosa, cansada y no me siento amable (digna de recibir amor).
Existen situaciones, y con esto abro paso a mi excentricidad anómala, en donde se me dificulta, y en un grado bastante elevado, el estar. Veámoslo de otro modo, deseos de no estar en cierto tiempo o espacio, que se vuelven reacciones psíquicas y se procesan en un malestar físico. Una incomodidad insoluble. Desaparecer, y no necesariamente frente a algún disgusto, o dentro de un mal contexto. Independientemente a todo eso, sucede incluso estando sola, tranquila... de pronto me nace esa urgencia por desconectarme, desenchufarme más allá que el descanso que brinda dormir. Y no hablo de ganas de suicidarme, por favor gente no interpreten eso, cuando me quiero matar, escribo me- quiero-matar, soy directa lo saben. Ahora me enrollo porque intento explicar algo que me resulta novedoso en mi mundo de emociones. Es incluso hasta desesperado y muy preocupante. Es como sentir que NO PUEDO ESTAR, más allá de tampoco quererlo, como si sintiera que no podría lograrlo, que no me saldría por más que lo intentara.
Es también un poco de miedo abrazando tus expectativas inmediatas. Es loco.



Y bueno soy conciente de que bien no estoy... o mejor dicho bien no nací, porque no se trata de un estado mi singular diferencia.
Los días van de mal a peor y yo me pregunto en donde está el tope... ¿estará en mi cabeza antes que en la situación? ¿por qué me demoro en encontrarle una salida a todo esto? ¿Por qué no puedo definir si estoy deshecha o estoy bien? ¿Por qué por momentos me parecen la misma cosa ambos estados? ¿Eh?

Me voy a fumar.

jueves, 5 de mayo de 2011

RESENTÍ-MIENTO

Yo quería sufrir y el tenía deseos de lastimarme.


Guardé silencio, me sentía avergonzada de que el dolor me gustara tanto. ¿Quién podría entenderlo? Que el hecho de permanecer en vida requería constantemente ponerla a prueba, o que para sentir la presencia de las cosas necesito que me falten, o lo obvio, que lo fácil me aburre y la felicidad me engaña, la felicidad no es vasta.
¿Cómo alguien podrá entender dentro de sus cabales que mientras todos tiran para un lado, yo me empeño en conseguir lo contrario?

El esfuerzo sobrehumano por conseguirlo a él, por beber de sus mentiras mediocres algo del dolor de su pasado, como si su angustia vieja me alimentara.
Perfectos sujetos, que no te llenan en ningún aspecto, únicamente en la demencia, en esa analogía que ambos tenemos por pasión a lo insano.
Congeniábamos en nuestros mundos. A su manera, el de cada uno estaba destruido y vivíamos fingiendo alegría entre sus ruinas. Vacíos, dos sujetos huecos que juntos forman una fosa, para la perfecta perdición de ellos mismos.

Perdida en el dolor, sabía que iba a ser la única de los dos en terminar ahí hundida, ahogada por su avaricia, su sed de tomar venganza. Mi disfraz de lobo fue la atracción principal, y mi alma de oveja lo que llegó a enamorarlo trágicamente de la dulce presa.

Me senté a escucharlo, balbuceaba algunas palabras que no pude escuchar, no cesaba, se encismaban unas con otras y en su rostro se acentuaba cada vez más la emoción por ver cómo palabra a palabra creía tenerme en sus manos. Para su cabeza estaba convenciéndome, para sus manos y sus labios sordos, yo tenía la edad que tenía y un cerebro que había estancado su desarrollo al llegar a la primer década. Lo vi satisfecho frente a una de mis sonrisas, sus ojos obsesivos estaban celebrando el triunfo de no haberme perdido, y yo trataba de explicarme porque tanto revuelo por una simple mente turbada y un sexo enfermo...

No encontraba en él un hombre, más bien era un niño sufrido, con heridas expuestas en cada una de sus muecas, su capricho le había impedido crecer más allá de lo delimitado por ese recelo, que había encubierto la angustia en bronca. Se sentía fuerte, impenetrable, indiferente, pero sólo quería convencerse de haber renunciado a la posibilidad de volver a sentirse ser humano sin contar con el riesgo a sufrirlo.
Miedo era lo que expedían cada una de sus frases de héroe de guerra, de bandolero, de chico rebelde... Esa falta absoluta de temor, conformaba justamente un único terror mayor a cualquier otro: el no tener nada que temer. El poder perder lo que fuera y aun así continuar la vida sin perturbación. Asido a absolutamente nada, a la deriva en una vida que no iba a dejarle llevarse nada.

Comenzó a hacer pausas para escuchar pequeñas respuestas de asentamiento, su inseguridad comenzó a picarle la sien frente a mis labios sellados. Seguía observándolo, imaginando el desnudo de sus mentiras, figurándome las dagas que me abrían al medio la espalda. ¿Cuánta malicia podía caber en ese par de ojos, que sin envejecer parecían llevar cien años mal vividos? ¿Cuánto dolor había callado y enfrascado en esas pupilas?

Yo los elegía para desgranarlos, y analizar por partes cada comportamiento que aparentemente en el hombre no se le adjudicaba un preparamiento previo. Ellos lo tenían, sin ser concientes, explicaban y justificaban cada gota de maldad. Y se sentían contentos, a gusto con sus hazañas, con la cantidad innumerable de lágrimas derramadas bajo su nombre.


Pensé en llorar. De alguna manera este conejito que había elegido para pasar las pascuas y que ya me estaba venciendo, había logrado tocarme el alma. Jamás le había creído ninguna otra palabra que no fuera impulsada por la obsesión. Estaba obsesionado por tenerme, no porque realmente le interesara, sino porque parecía no poder hacerlo. Era un desafío, enamorarme, dejarme estúpida, regenerar esa sensación de soledad interna y dejarme tirada. Pero la venganza no se sacia con el dolor de la persona equivocada.
Por eso, por esa misma causa, yo no le era suficiente, y paralelamente a destruirme buscaba nuevas ofertas. Sin dejarme, porque yo representaba uno de esos casos que al principio tienen apariencia de ser excepcionales.

Maldito enfermo, que guardaba tantos nombres, que agrupaba todas las personalidades, y los demonios de los que a su paso, al igual que él, fueron menguando mi esperanza.
Perdió el nombre, la figura, y esos ojos que en su profundidad eran muy oscuros.

No volví a contestar más. Me tomó por el pelo y con fuerza jaló hasta buscar una reacción. Dios sabe en que horizonte estaría muriendo mi mirada, y desquiciándolo dejó salir su parte más insegura y descargó en mi su impotencia.

Sume una razón más para en algún futuro utilizar como respuesta en el caso de qué alguien cuestione mi escepticismo, mi resentimiento, mi apatía.
Él y todos los que él representa, son los causantes de mi cinismo, de mi frivolidad, de mi lejanía, de que hoy no puedas decirme te quiero sin yo traducirlo en un engaño.

Vamos a jugar, a sufrir, a vivir, a entretenernos, a darle más vueltas a esta retorcida obsesión que nos desune, a alimentar mis motivos por los cuales seguir llorando en los colectivos. A abusarnos de su ingenuidad y de la mía, a tejer las más entramadas mentiras y a volverme una recalcada hija de puta, como todos los anteriores me hubieran merecido.