"Los hechos y/o personajes del siguiente Blog son ficticios, cualquier similitud con mi vida personal es pura coincidencia."



jueves, 12 de mayo de 2011

Pensar sin la cabeza, sentir sin el corazón.

Hace un rato me restregué los ojos frente al espejo, y me impactó creer que puedo estar volviéndome un ser sensible. Tenía dos manchas grandes que nacían de mis párpados y me llegaban hasta las orejas, lagrimas y maquillajes y mis dedos negros. Esa imagen es algo frecuente últimamente.
Hace aproximadamente un mes que llorar se convirtió en nuevo ritual en mi vida. Pese a que cada día existen motivos para hacerlo, me preocupa.
Desde que recuerdo, el dolor me resultó siempre agradable, y conservarlo me hacía sentir cómoda. Era mío, parte de mi, me definía. ¿Por qué entonces ahora empiezo a sentir esa sensación de rechazo frente a situaciones angustiantes?
Cada vez que el dolor me punza el pecho, ahí aparecen los malditos síntomas: esa picazón en la nariz que te produce la primera lágrima antes de salir, esa opresión en el pecho y el atasco en la garganta o el quiebre de la voz si llega desafortunadamente de improvisto antes de permitirte terminar alguna frase...

Y lloraba. Lloré hoy, ayer y la semana pasada. Se que voy a llorar mañana.

Sensible, es lo único que me cierra. Un estado pasajero (espero), como si estaría indispuesta y el período se hubiera prolongado, ja. Irritable, histérica, cambiante, sensible... más sola, más necesitada, más enamorada, más alegre, más deprimida.
Intenso, cada segundo que pasa es más y más intenso, y las cosas pesan más y son más fuertes. Y el sol está más cerca y la noche es impecablemente negra, y hace más frío y la lluvia moja más, y el tiempo pasa más rápido o más lento y los ojos tienen más relieves y las voces son más afinadas. Todo se acentúa, se multiplica o se acrecienta.
Un realismo exagerado, días excelentes y deplorables, bellísimos y espantosos. Pero no buenos ni malos, no normales ni a medio pelo. No hay lugar a un ‘me gusta’.. ¡¡¡me encanta!!! No existe tampoco un ‘me disgusta’, directamente me es insoportable.

Me siento caprichosa, cansada y no me siento amable (digna de recibir amor).
Existen situaciones, y con esto abro paso a mi excentricidad anómala, en donde se me dificulta, y en un grado bastante elevado, el estar. Veámoslo de otro modo, deseos de no estar en cierto tiempo o espacio, que se vuelven reacciones psíquicas y se procesan en un malestar físico. Una incomodidad insoluble. Desaparecer, y no necesariamente frente a algún disgusto, o dentro de un mal contexto. Independientemente a todo eso, sucede incluso estando sola, tranquila... de pronto me nace esa urgencia por desconectarme, desenchufarme más allá que el descanso que brinda dormir. Y no hablo de ganas de suicidarme, por favor gente no interpreten eso, cuando me quiero matar, escribo me- quiero-matar, soy directa lo saben. Ahora me enrollo porque intento explicar algo que me resulta novedoso en mi mundo de emociones. Es incluso hasta desesperado y muy preocupante. Es como sentir que NO PUEDO ESTAR, más allá de tampoco quererlo, como si sintiera que no podría lograrlo, que no me saldría por más que lo intentara.
Es también un poco de miedo abrazando tus expectativas inmediatas. Es loco.



Y bueno soy conciente de que bien no estoy... o mejor dicho bien no nací, porque no se trata de un estado mi singular diferencia.
Los días van de mal a peor y yo me pregunto en donde está el tope... ¿estará en mi cabeza antes que en la situación? ¿por qué me demoro en encontrarle una salida a todo esto? ¿Por qué no puedo definir si estoy deshecha o estoy bien? ¿Por qué por momentos me parecen la misma cosa ambos estados? ¿Eh?

Me voy a fumar.

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