"Los hechos y/o personajes del siguiente Blog son ficticios, cualquier similitud con mi vida personal es pura coincidencia."



sábado, 5 de junio de 2010

Change my mind, change my world, change my life...

Algo está cambiando.
Siempre me definí como alguien con una personalidad ambivalente, con emociones contrapuestas, y sentimientos cruzados.
Pase mucho tiempo sufriendo, triste y dolida, y sin embargo durante todos esos años siempre destaqué la efervescencia de mis ganas, la chispa interna de mi alma, la ambición por conseguir felicidad, esa necesidad de desatarme y ser puramente yo. Regalar abrazos constantemente, desnudar mi parte más cariñosa, vestir la noche de fiesta y subirle el volumen a las carcajadas, multiplicar la diversión y duplicar los momentos, extendiéndolos, exprimiéndolos, aprovechándolos. Siempre lo dije, durante esos breves instantes, juzgo que nadie podría tener un deseo más potente que el mío por ser feliz, por desgranar la vida y devorar los segundos y cada una de las oportunidades que en ellos se esconden.
Pero sin embargo mi base era triste, mi hobbie era una cama deshecha y yo envuelta en ella, la música melancólica, la persiana cerrada y una lista de vicios autodestructivos que reclamaban atención.
¿Ahora quién soy yo?
No puedo recordar cuándo fue la última vez que resignada me eche a la cama a llorar, a contar los días desperdiciados, a proyectar el futuro y proponerme metas que en el fondo sé que jamás alcanzaré. No puedo recordar cuándo fue la última vez que desee desaparecer, saltearme un día, asesinar la mañana, o simplemente hacer de un baño caliente un momento eterno.
Ahora soy un ser autoprogramado, que solo hace. Despierta, se ducha, desayuna, trabaja, lee, estudia, sonríe, coquetea, busca nuevas amistades, cena, se sumerge al mundo ficticio del entretenimiento y duerme, tomándolo cómo única alternativa ante la espera de tener que aguardar que el sol despierte nuevamente. Ahora las cosas sólo suceden y yo me desenvuelvo, un poco cómoda, un poco estresada, pero el mecanismo no se detiene, no puedo decir basta, es mi futuro el que está en mis manos, y es mi vida la que destruiría si la suelto y dejo que caiga.

Ahora soy aparentemente feliz, o al menos alegre...  o al menos la base de mi estado es estar ‘bien’ y a partir de allí derivan el resto de las emociones.
Pero sin embargo estoy apagándome, a la inversa que antes, ahora ya no deseo que llegue el viernes, ni que vibre el celular, ni que menganito me recuerde. Ya no me interesan las vidrieras, ni los últimos temas, ni los estrenos del cine, ni las miradas que antes me robaban el aliento.
Ahora me invento un nombre, me agrego los años que el estrés puso sobre mi rostro, idealizo un novio, y así eludo las oportunidades nuevas.
Me mantengo distante, fría, y extraño a mis amigas. Extraño las risas, las charlas largas, las salidas conocidas, extraño mis diecisiete años tan mal aprovechados, y lucho por insertarme en ese nuevo sistema que tanto me atrae. Donde los tacos son la entrada, las sonrisas quedan relegadas y uno finge ser alguien más, consiguiendo lo que quiere sólo cuando uno mismo llega a convencerse de sus propios engaños.
Me da asco conocer el mundo, pero más me repugna saber que soy inexorablemente parte de él. Y no es que lo esté descubriendo recién ahora, sino que es ahora cuando estoy ingresando formalmente, cuando no puedo pasar los días refugiada debajo de mis sábanas y tengo que salir a conquistarlo, a buscarme un espacio libre en él y ganármelo.

Hoy es el primer día que dije basta. No fui a la facultad, necesitaba terminar la semana antes, y aunque ahora quisiera dormirme hasta el lunes, la vida me llama y esta noche voy a salir a ahuyentar fantasmas.
Quiero cambiar, pero me di cuenta que no tengo disciplina, que ya no me creo, que cada proyecto provoca risas, y expresiones utópicas de deseo. Perdí la confianza en mí, y no voy a recuperarla hasta que me empiece a dar motivos para hacerlo, hasta que obedezca algo (aunque sea lo más mínimo) de todo las maravilladas que me digo alentándome... engañándome.
Hace unos días estaba viviendo, no de la mejor manera, pero como podía y buscando exasperadamente mejorar, estaba ‘progresando’, esta mañana me di cuenta que sobrevivía, que anoche me dormí llorando muda (porque hace tiempo que dejé las lágrimas) y que cuando desperté en la realidad sentí un espasmo y deseé seguir soñando.

Es increíble como cambié en estos años, no cambié ninguna situación, sigo igual, en incluso quizás en algunos aspectos peor que antes, pero viró mi visión, mis perspectiva y manera de tomarme las cosas...
Ahora me acepto, me miro y me mantengo, ahora sobrellevo lo que tengo y soy conciente de lo duró que significaría perderlo. Y no por eso soy conformista, siempre ambiciono, siempre voy a estar con la vista fijada en el próximo paso... el que nunca (hasta hoy) voy a alcanzar, porque las piernas no responden la orden de mi cerebro.

Me levanté, la impotencia me hervía en las venas, estaba deprimida y me dolía psicológicamente cada músculo del cuerpo, me vi en el espejo y reprimí las ganas de bofetearme para conseguir al menos una expresión de dolor en ese rostro inmutado y cadavérico.
Y entonces me pregunté que debería ser diferente para lograr despertarme sonriendo.
Tal vez si despertara en otra cama, una sonrisa seguramente no me faltaría, sin embargo las invitaciones para una linda noche fueron rechazadas, porque estoy harta de ensuciarme de todas las emociones menos de la de sentirme enamorada.
Es tan simple como que no voy a poder enderezar mis relaciones, hasta que no resuelva el descarrilamiento de mi mente descentralizada. Tengo que reconciliarme conmigo misma, tengo que aceptar que el no me quiso jaja, tengo que ACEPTARLO y seguir caminando, tengo que dejar de querer transformarme en lo que quieren y por una vez fijarme en lo que quiero yo de mí, tengo que aceptarme y entonces proponerme a mejorar todo eso que hoy anda tan descuidado.
Sé que no soy ni un 2% de lo que podría ser, se que todavía me desconozco y que por tal motivo no puedo explotar el potencial que hoy duerme, o que aun no existe. Pero sólo toma un click, una decisión, un tope en la paciencia que me haga volverme diferente. Si lo sigo esperando, las piernas se me van a acalambrar, si lo sigo intentando, voy a terminar quebrando alguno de mis tobillos, porque para mi es un arte tropezar, por lo que sólo tengo que callar mi deseos, y ponerme a andar hasta llegar, y que no me entere de haber empezado sólo cuando tenga el triunfo en mis manos.
Me necesito, como nunca antes necesite a nadie más para seguir. Necesito un registro, un sustento, necesito ser mi propio bastón para no caer. Este es mi registro, estos son los escalones que me llevan a la cima, estos son los pasos del progreso vistos en cámara lenta, esta es mi vida segmentada. Y yo soy la autora de este gran libro, donde la historia recién comienza cuando las páginas se acaban.