De primavera a verano, los meses se escaparon y llegó ese Marzo de promesas.
Siempre tan atenta a las fechas y a los períodos en el tiempo, siempre expectante y ansiosa, abrumada por querer estar lejos o cerca, caprichosa ante el inalterable reloj.
Y llega el final de febrero, que arrastra una temporada de infiernos, y llego desplomando felicidad vieja, buscando más, arrastrada por esa sensación permanente de vivir insatisfecha.
Quiero tanto y creo tener tan poco para hacerlo, tengo todo y no puedo permitirme tomarlo.
Creo haber muerto cada diez días por lo menos en el último cuarto de año. Y cada vez que intento volver a la vida, tengo menos ganas y menos luz que la última vez.
Soy una centésima de lo que alguna vez fui, soy sólo una porción de mi sonrisa y una masa creciente de angustia que se propaga desde aquel agujero en mi pecho dónde solía morir y resucitar el alma.
Una sombra que alguna vez dejó mi paso hacia la agonía.
Pero llegó marzo, y pese a mis tantos asesinatos, sigo viva o aparento estarlo.
Y te prometí entre tantas cosas, dejar una de las pocas que todavía justifican mi estancia en la vida, créase o no, estoy tratando de entender, de explicarme como seguir respirando sin hostigar a mis pulmones.
No puedo, realmente siento que no puedo respirar sin sentir la nicotina impregnada en las paredes de mi sistema respiratorio, sin esa sensación de sequedad en mi garganta y esa carraspera que aparece cuando me fatigo. Es tan sencillo respirar que siento la necesidad de complicarlo para apreciarlo más.
Hoy, después de haberme asesinado suavemente durante un año... hoy elijo vivir.
Los Lucky Strikes Convertibles, fueron parte de mi definición por un tiempo. El fumador tiene momentos que el que no fuma no encuentra.
El bajar a fumar un pucho, el salir al balcón o simplemente mirar por la ventana, el hacer amena una espera, y disminuir el largo de las cuadras caminadas, el calmar la ansiedad y llevar la mente lejos de alguna obsesión. El ocupar la cabeza en algo, crear una nueva actividad, hacer sentir confortables a nuestros pulmones, calmar esa necesidad que creamos por placer. El fumar es una experiencia pasional que muy pocos saben disfrutar, es algo más que inhalar y exhalar humo, es algo más que una forma de morir paulatina... es alegría, felicidad, o como mierda quieran llamarlo, pero definitivamente algo así me producía. Y lamentablemente era elegir entre esa alegría y la posibilidad de un cáncer o de una vida sin riesgos pero sin esa satisfacción..
Y ahora yo me cuestiono.. ¿valen la pena largos años de vida vacíos?
Tienen que haber otras formas menos dañinas de rellenar ese vacío, la muerte no puede ser una opción.
Tengo miedo de no poder. Me corrijo... tengo miedo de que llegado un día ya no quiera.
Miedo de no querer y volver.
Me concedo un marzo para desenamorarme de ustedes.
1 comentario:
¡¡Que frustración me produce leer esta entrada!!
HOLA SIGO FUMANDO Y ME ENCANTA jaja. Que poco poder tienen mis palabras, que poca constancia, que poco esfuerzo.. que desepción verme en retrospectiva.
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