"Los hechos y/o personajes del siguiente Blog son ficticios, cualquier similitud con mi vida personal es pura coincidencia."



martes, 1 de febrero de 2011

Volverte a ver

No sabría con certeza desmentirte, y si lo hice fue por autoreflejo, ante tu comentario que me resultó de imprevisto bastante necio. Hace tiempo ya no distingo muy bien el amor y el sexo, la necesidad y la costumbre, el rechazo hacia la soledad o el deseo de una compañía. Se me hace por momentos la misma cosa, y cuando actúo y más tarde lo pienso las razones se me vuelven invisibles.
Pero quiera aceptarlo o no, tengo que reconocer que en algún punto fue (fuiste, quisiera decir sos) distinto. Si bien no es la primera vez que algo se me presenta como ‘aparentemente imposible’, se profundamente que el factor que te hace complicado, al límite de estar a medias desaparecido, te vuelve mucho más atractivo. Y es incluso tu contacto a la distancia lo que más me desquicia, ese histeriqueo entre retenerte en la memoria fresca por tu voz resonando en el teléfono, y la rabia por arrancarte, por dejarte junto la imagen del mar que nunca mojó siquiera mis tobillos. ¿Cómo saber entonces si verdaderamente la rompiente y sus bramidos no eran sólo una bonita imagen sonora decorado tu aparición casi fantasmal en mi presente? ¿Cómo saber hasta donde es irreal el ilusionismo y en qué momento decide volverse milagro?
Se trata de uno de esos incógnitos que son bellísimos únicamente en su condición de ser acertijos. Me da miedo resolverte pero me destroza no poder siquiera intentarlo.
Pasos en falso, tu perfume se expande a kilómetros de tu cuello y llega hasta el mío para torturarme. Es una pelea constante entre mis neuronas y mi corazón tuerto, es ese afán de ser feliz o de por lo menos permanecer imperturbable a la preocupación, al dolor y ahora también a las distancias. Tenerte lejos, inalcanzable -odio muchísimo esa palabra- de manera que no consigo nada invocándote reiteradas veces y esforzándome por mantener vivos ese par de luces negras en los ojos más vanidosos y orgullosos con los que tuve la suerte, o infortuna, de toparme.
Pierdo tiempo, ganas y esfuerzo, atención que la cabeza misma me reclama. Perdí el enfoque y me conozco, no puedo hacer dos cosas bien al mismo tiempo. Dos problemas no se resuelven conjuntos, al menos no en mi cerebro minucioso y lento. Y está en mí, volverte un nombre más en el recuerdo y desaparecernos, o revestir mis rostro con cera y por dentro dejarme endurecer de vuelta. Y que sólo seas eso, el primero y segundo y el catorce y el quince de un mes.
No se si agradecerte o agradecerme, no encuentro ni el motivo ni el segundo exacto en el que mis músculos se desentumecieron y el palpitar se volvió cada vez más intenso... más arriesgado, más exagerado, más traicionero.
Soy realista, y mi negatividad se debe a que la realidad misma es netamente negativa. Peleé, pero en un mano a mano, sabemos que mi cabeza es la que lleva el mando. Y pese a estar perdiendo te extraño.

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