"Los hechos y/o personajes del siguiente Blog son ficticios, cualquier similitud con mi vida personal es pura coincidencia."



domingo, 27 de febrero de 2011

Sin miedo a nada.

Me levanté de la cama, despegando las sábanas de mi piel, adheridas por el sudor ante la ineficacia del ventilador. Me hallé demasiado revolucionada como para conciliar el sueño, y sin embargo había mucho en qué pensar cómo para verter esas energías en un vaso de hielo y vodka, y salir como todos los sábados, religiosamente, a buscar un dios en quién creer mediante la pérdida de conciencia.
Me cansé de querer fallar. Sigo preguntándome reiteradas veces por qué razón estoy obstinada en continuar postergando mi felicidad. Tengo un sí tan difícil como imposible y un no tan débil como un sí.
Quiero, empiezo por esto y está bueno. Puede que todos los finales, sea cual sea la historia, sean tristes, y puede que incluso nos pasemos la vida tratando de entender como carajo vivirla pero sólo nos demos cuenta cuando estemos muertos, y quizás se trate todo de una puesta a prueba, una tortura y un insistente sufrimiento, pero a final de cuentas esto es todo lo que tenemos. Y saben muy bien aquellos que las han pasado variadas y difíciles, que es aun peor no sentir nada que sentir dolor.

Por eso a pesar de que mi pensamiento es perenne es impracticable. Así que vamos a vivir que los invito.
Si de los años escabrosos que enredé con quejas y tentativas, hubiera invertido al menos un par de meses en intentar (y con intentar era más que suficiente) solucionar lo que andaba errado, o con eliminar lo que estaba demás, envenenándome el alma, hubiera evitado más de un disgusto y ahorrado el sobrehumano esfuerzo que hice por sobrevivir.
Pero ya no me preocupa el tiempo perdido, este fue el largo camino que tuve que recorrer quizás para lograr que se cayera esa ficha y despertar. Si así efectivamente fue, entonces no hubo segundo que haya sido vivido en vano.
Quiero hacer un par de cosas.
Hace unos días, mientras leía una novela realmente ilegible, me puse a pensar que esa opinión que yo tenía de aquella mala obra, hubiera sido la misma opinión de todo aquel lector que se hubiera atrevido a ojear algún libro mío en el caso de alguna vez alcanzar mi fantasía infantil de publicar uno. Y al momento inmediato, me sentí satisfecha por haber abandonado aquel sueño y junto a él la posibilidad de humillarme en el lenguaje de las letras.
Que estúpida. Lo que necesito es fallar, muchas veces, la cantidad que sea necesaria para entender que no hay ningún fin que venga adherido al fracaso, para aniquilar ese miedo a la imperfección. Negada a empezar de abajo, yo quiero la vida fácil que tienen los de allá arriba.
Pero ahora lo se, el sacrificio es lo que le da el valor a las cosas. El conseguirlo es tan diferente al haberlo tenido desde siempre. ¿Como puedo saber lo que en verdad significa si nunca sentí su ausencia? puedo imaginarlo y acercarme bastante a la sensación de falta, pero jamás voy a saberlo hasta que en efecto no lo tenga.
Así me desplazo desde mi aspiración frustrada a ser escritora a mi carrera universitaria, a mis relaciones interpersonales, a la enemistad que guardo conmigo, a la dejadez del día a día... a lo que es mi vida hoy: Un dos por ciento de lo que podría ser, ¡y por favor, no exagero! Les juro que soy un simple ente, inanimado e inerte por el miedo. Escucho mi nombre y sólo me veo ahí, entregada a la seducción de las sábanas, negada al correr del tiempo, y totalmente desinteresada por todo. No me basta que lluevan oportunidades, necesito que me caigan, me envuelvan y me impidan escapar de ellas.
Es en serio, no exagero cuando digo que le temo, o me repela o simplemente siento que no la merezco... (estemos hablando de la felicidad o de mi vida).

Mentiría si dijera que esta es la primera vez que acepto este pequeño inconveniente, que nada más está consumiendo mis horas en condición de ser humano.
Pero tengo ganas de que deje de ser así. Quiero cambiar hasta lo más mínimo, y se que soy bastante necia al volver y escribirlo, exponer una vez más lo que podría ser un nuevo fracaso público y no reconocido. Pero esta noche, esta madrugada, una de las últimas de febrero, esta que sin ninguna distinción es muy particular, yo quiero sentirme diferente, y hoy me creo.

Tengo un cuadernito, (uno entre tantos en donde escribía cuando tenía la cara demasiado hinchada de llorar, como para fingirme normal y bajar a escribir en el ordenador) que encontré el otro día, y me decidió a hacer una listita. Se trata de una enumeración de metas, que son chicas, posibles pero muy complicadas. Nada fácil, el inicio... pequeñas cosas que me abrirían la puerta del cambio, el puntapié o la iniciativa, es que más nos cuesta. Con sinceridad y con pena se que hasta que no empiece por esas, nunca voy a llegar ser nadie. Y el día de mañana quizás lo consiga todo, sea abogada, dueña de un mono, viva en áfrica y tenga una estantería llena con mis libros y hasta un best seller, y sin embrago, a pesar de aquello voy a seguir vacía sin tener nada.
Cuando sepa dónde está mi alma, recién ahí voy a poder comenzar a llenarla con amor primero y luego con mis logros. Sentirme alguien: yo.

Por el momento soy un bosquejo de un sueño, un aspiración que todavía no se intentó, un anhelo, congelado por el miedo.
Determinación, voluntad, conducta, sacrificio y devoción.
¿cuánto vale lo que quiero? Infinitas vías para elegir transitar. La que queramos, y estamos así... ¿estamos conformes?
Cerrar los ojos e imaginar mi vida ideal, o algo así fue lo que leí en la famosa red social. Pensar que basta con eso en serio, con cerrar los ojos y quererlo y saber que esa fantasía puede dejar de serla con abrirlos y empezar a vivirla en vez de soñarla.
Pasamos la vida entera enroscados buscándole la vuelta y al final el camino era el más sencillo y corto: una línea recta.
A cultivar seguridad y autoestima. O en el peor de los casos, engaños y mentiras, y creer lo que quiera hasta volverlo real y que aparezca.

martes, 22 de febrero de 2011

Queridos Lucky Strikes Convertibles, GRACIAS.

De primavera a verano, los meses se escaparon y llegó ese Marzo de promesas.
Siempre tan atenta a las fechas y a los períodos en el tiempo, siempre expectante y ansiosa, abrumada por querer estar lejos o cerca, caprichosa ante el inalterable reloj.
Y llega el final de febrero, que arrastra una temporada de infiernos, y llego desplomando felicidad vieja, buscando más, arrastrada por esa sensación permanente de vivir insatisfecha.
Quiero tanto y creo tener tan poco para hacerlo, tengo todo y no puedo permitirme tomarlo.

Creo haber muerto cada diez días por lo menos en el último cuarto de año. Y cada vez que intento volver a la vida, tengo menos ganas y menos luz que la última vez.
Soy una centésima de lo que alguna vez fui, soy sólo una porción de mi sonrisa y una masa creciente de angustia que se propaga desde aquel agujero en mi pecho dónde solía morir y resucitar el alma.
Una sombra que alguna vez dejó mi paso hacia la agonía.

Pero llegó marzo, y pese a mis tantos asesinatos, sigo viva o aparento estarlo.
Y te prometí entre tantas cosas, dejar una de las pocas que todavía justifican mi estancia en la vida, créase o no, estoy tratando de entender, de explicarme como seguir respirando sin hostigar a mis pulmones.
No puedo, realmente siento que no puedo respirar sin sentir la nicotina impregnada en las paredes de mi sistema respiratorio, sin esa sensación de sequedad en mi garganta y esa carraspera que aparece cuando me fatigo. Es tan sencillo respirar que siento la necesidad de complicarlo para apreciarlo más.


Hoy, después de haberme asesinado suavemente durante un año... hoy elijo vivir.

Los Lucky Strikes Convertibles, fueron parte de mi definición por un tiempo. El fumador tiene momentos que el que no fuma no encuentra.
El bajar a fumar un pucho, el salir al balcón o simplemente mirar por la ventana, el hacer amena una espera, y disminuir el largo de las cuadras caminadas, el calmar la ansiedad y llevar la mente lejos de alguna obsesión. El ocupar la cabeza en algo, crear una nueva actividad, hacer sentir confortables a nuestros pulmones, calmar esa necesidad que creamos por placer. El fumar es una experiencia pasional que muy pocos saben disfrutar, es algo más que inhalar y exhalar humo, es algo más que una forma de morir paulatina... es alegría, felicidad, o como mierda quieran llamarlo, pero definitivamente algo así me producía. Y lamentablemente era elegir entre esa alegría y la posibilidad de un cáncer o de una vida sin riesgos pero sin esa satisfacción..
Y ahora yo me cuestiono.. ¿valen la pena largos años de vida vacíos?
Tienen que haber otras formas menos dañinas de rellenar ese vacío, la muerte no puede ser una opción.

Tengo miedo de no poder. Me corrijo... tengo miedo de que llegado un día ya no quiera.
Miedo de no querer y volver.
Me concedo un marzo para desenamorarme de ustedes.

martes, 15 de febrero de 2011

El niño con el pijama de rayas.

Basada en la novela de John Boyne.


Cinco de la mañana, acabo de terminar de ver esa película, hace mucho que no lloraba enfrente de un monitor, un poco se extrañaba. Tengo que decir excelente, hace mucho también que no veía una película tan... no sólo buena, sino profunda, que me atine y le de un vuelco completo a mi cabeza a tal punto de repleantarme esa dureza externa, esa coraza y ese disfraz falso en el que me escudo y con el que me siento psicológicamente más fuerte.
Tengo que admitir que hay un lado humano, que pese a que la cabeza lo controle todo la potencia del corazón es indomable, impensable sinceramente. Y en momentos como estos, todo, absolutamente todo lo que hasta esta mañana tenía un valor significativo pierde relevancia y veo esa riqueza, esa gracia de estar tan perfectos sientiéndonos vacíos, atentos al dolor y ciegos, queriendo ser lo que ya somos: felices.
Lo descrubrí hace poco, mientras me replanteaba mi futuro y la inclinación de mi carrera, lo vi claro y sentí esa necesidad humillante de elegir, los vi disociados y opuestos como si se tratara del blanco y negro, el mal de un lado y el bien del otro, el poder y la inmortalidad respectivamente, ambos enfrentados. Y ahí espectante estaba yo a punto de elegir, tomar un sendero y decidir por cual camino seguir.

Parece totalmente descabellado, elegir entre ser bueno y malo, quizás hasta me de verguenza admitir que de vez en cuando antes de dormir, mientras acomodo la almohada de mil formas y pruebo infinitas posturas incómodas o subo y bajo la potencia del ventilador, abro y bajo las persianas, o salgo sin más remedio a fumar entre los helechos del balcón... mientras mi sueño está tan vivaz que se niega a dormir, yo elijo con el ángel y el demonio a cada lado, uno triunfa en la vida el otro cuando la misma termina. ¿Y entonces sólo sería buena por el posible Karma de una próxima vida? ¿O por un terror infantil ante la existencia de un demonio que castigue mi malicia? Y si no creyera en nada, si para mi no hay dioses, no hay fuerzas superiores más allá de la naturaleza que es de vana existencia, intrascendente... entonces ¿habría algún motivo para ser buena? ¿No tiene la maldad mayor astucia, poder y rapidez? ¿Y sin embargo, si es mucho más sencillo y eficaz... porque no posee entonces también a la felicidad?

Quisiera no elegir, y sólo ser... Pero la vida te sorprende y las malas tentaciones saben tomarte desprevenido para vencerte. Tuve miedo, miedo de un día descubrirme que ya no puedo quererme, ni querer ni que me quieran. Tengo miedo de que mi paso en esta vida sea en vano, y aun peor, destructivo, miedo también de que lejos de encontrar mi objetivo impida el de muchos.
Jamás podría hacerle honor a mis palabras, a ese corazón que se muestra tan prepotente. Superflua e indiferente... yo no soy esa, soy como todos, de la misma sensibilidad y debilidad, pero con una mente capaz de decir mentiras con la verdad.

Volviendo a la raíz del asunto, que surge en la anteriormente mencionada película, encuentro debilitada mi simpatía hacia la raza nazi, no por la raza en sí especificamente, sino ante la propagación de mi desprecio que se extiende desde los judíos hacia al resto de la humanidad en su existencia absoluta, sin discriminación alguna, un rechazo general frente a la repugnante bestialidad con la que se desenvuelve y aspira a progresar y vencer el ser humano.
Y comprendí que la justicia no es cosa de mortales, que la venganza tiene en su rencor la misma carga negativa que quién primero atacó. Lamentablemente, es en mi resentimiento donde radica la vacilación entre el bien y/o el mal. Y me siento más humana que nunca, sabiendo que depende al contexto y las circuntancias podría caer en cualquiera de los dos bandos. ¿Realmente somos tan poco predecibles? ¿Imposible sería guardar la certeza respecto a una sóla postura?
Quisiera tomar una elección imperturbable. Pero una vida me va a tomar dar testimonio de que así será.



Vean la película, les dejo el link:
La calidad es bastante mala, pero vale la pena. A los setenta y dos minutos si se corta, con un F5 estamos, o es cuestión de registrarse y listo.
Si tienen el libro al alcance por favor no duden y léanlo primero, y después por favor me lo prestan.

viernes, 11 de febrero de 2011

Mendigos de amor.


Vuelvo a ser la misma, otra vez me cansé de ese par de ojos y de ese calor irritante de un par de brazos que ya perdieron la oportunidad de rozarme. Puede que me haya cansado de suponerte, de figurarte en mi memoria rota y que el paso del tiempo distorsione hasta tu voz en el teléfono. Puede que tus comentarios se hayan vuelto más hirientes al percibir que independientemente a la distancia física, estando a mi lado, seguirías bastante lejos.
Me veo al instante en que tus palabras melosas intentan domarme, me veo salvaje, suelta y con la libertad de esos años que perdí regalándolos a alguien más, incapaz de administrarlos, desperdiciándolos en manos de quien con orgullo solo los dejaron empolvar esperando. Las nauseas reiteradas ante tal idea repulsiva de verme asida, y el impedimento de lo prohibido, una restricción que sola me impongo... ¿a modo de castigo?
La infelicidad tras las asfixia.
Dios, estoy exagerando una vez más. Amo encerrarme entre muros que no existen y crear mis propios límites irrompibles. Pero tal vez, no seas suficiente como motivo que me incite a dejar de lado una parte vacía de mi vida como precio para conservarte, porque junto a ese vacío también relego la posibilidad de hallar oportunidades... y mejorar.. te, suplantarte por lo que quisiera que seas.
El problema serás vos.. ¿yo? El problema es con todos, aunque a veces sueño con que ese ‘todos’ lleve un ‘casi’ de prefijo. Pero no encontré todavía la excepción que me inspire esa esperanza. Estoy desahuciada entre una encrucijada mental de alta exigencia, de necesitar compañía, de soñar con el amor, de ser altamente caprichosa, y frente a la imposibilidad, la inexistencia de lo que quiero, crearlo en mi cabeza, disfrazar la realidad, creerte para mí, escuchar la mitad de las boludeces que decís.
Tengo algunos inconvenientes, no lo voy a negar. La misma exigencia que tengo para conmigo, extrema y nociva, que me busca perfecta y se muere de tristeza con lo que encuentra, la tengo hacia el resto, y me veo baja, pequeña, de un par de pulgadas y sin embargo vengo de un planeta diferente... de gigantes.
Sigo buscando, con vos sigo intentando, pero no puedo reprimir mis besos si te tengo tan lejos. No puedo devorarme la ausencia de mi alma y de la tuya, ya es demasiado con una sola falta. Puedo enamorarme de un engaño, en efecto te extraño, pero de vez en cuando duele sostenerlo, y ya no se si quiero pagar el precio de una mentira a tus ojos, que pese a dañarme constantemente no parecieran querer lastimarme.
Mentirnos.. por calor o compañía, pagarle con mentiras a un testigo para que presencie nuestras vidas y pueda dar testimonio de la existencia de aquel período que compartimos. Una farsa, una necesidad honda y corrosiva que nos abruma hasta la desesperación de reclamar cariño.
Lamentablemente creo que se adelantó la fecha de vencimiento que me grabaste en los labios con ese primer beso... Sabemos que siempre duele más la mentira, como para continuar alargando esta hipocresía.
Por el momento pretendo continuar sola esta odisea de encontrar una verdad que me valga tanto dolor que me dio la vida.

martes, 8 de febrero de 2011

I want it!

Me levanto y a duras penas quizás llego al gimnasio. Busco trabajo, intento enamorar al perro (jamás voy a rendirme antes de conseguir que me regale algún tipo de afecto), miro el programa más mediocre y popular de la televisión argentina (que no por eso deja de ser el mejor de todos), leo un libro pésimo de un autor bastante distinguido, como y cocino (sí, en ese orden) y así consumo las horas hasta que llega la noche del jueves o el viernes en su defecto, y salgo a contentar mi sed de adrenalina y a castigar al hígado. Y a los siete días todo se repite, aunque recién haya ocurrido sólo dos veces.

Puedo ver en mi anterior semana lo que serán mis siguientes, y lo único que me estimula es ver al muchacho de los ojos de burrito, mezclar un poco de jugo con vodka para embobar un poco a mis neuronas y salir de mi casa a fumarme un pucho en las escaleras de la entrada de la casa de al lado que la habitan un par de fantasmas. ¿Y con eso soy feliz? Te juro por dios que cuando me voy a dormir me quisiera despertar. Que no es ni alcohol, nicotina ni sexo, que no es siquiera ese bendito amor que de alguna manera dentro mío está naciendo. Que en cambio es ese reflejo de mi esencia que nunca veo..
Puedo verlo así, de ese modo pobre como lo describí en un principio, puedo verlo como una quinceañera estimulada por los vicios, fanática de las novelas de la tarde, que mata el tiempo mientras mata a sus pulmones y sus horizontes se topan con la moda, las revistas, el cholulaje y un sillón de dos cuerpos que es su sagrado santuario.
Puedo verlo negro, sucio y humillante, verlo como durante todos estos años vi mi vida, no importa lo mucho que hiciere ni los cambios que lograse.
Pero por qué no se me ocurre reparar en el ínfimo detalle de mi felicidad (llámese ‘contento’ ‘comodidad’ o ‘estar a gusto’), ¿por qué no ver todo eso que por fin dejé atrás? ¿por qué seguir empecinada en todo lo que me falta y no felicitarme por todo lo que abandoné? Porque sigo siendo en gran parte pesimista y extremadamente exigente, y me niego a darme una palabra de aliento a mitad de camino.
Esto último también esta en cambio. Si voy a guardar la felicitación para el final del camino, voy a recibirla cuando esté muerta. Es ilógico.
En fin, somos un imán en el universo que atrae elementos de la misma carga, y hoy estoy positiva, muy, mejor dicho este último tiempo lo estuve, y por eso llegó el a mi vida, por eso esta mañana sonó el teléfono para concretar la entrevista de mañana, por eso el gimnasio no cerró por vacaciones, por eso, por eso, por eso... Muchísimos, pequeñas cosas que simplemente encajan a la perfección con la petición de nuestros deseos. Y no es obra ni del destino, ni de la suerte ni de nadie, es cosa nuestra, de nuestra seguridad, confianza, y nuestras ganas, de saber lo que nos merecemos.

Mucho el Secreto me parece jaja, me estoy convirtiendo en un libro diario de autoayuda, literalmente autoayuda, porque a la única que le puede servir leer estas pavadas es a mí misma, jaj. Pero en fin, se siente bien despertarse con ganas, y no porque estén saliendo las cosas relativamente bien, porque de hecho no tengo absolutamente nada, estoy igual que hace dos meses o tres años, pero tengo esperanzas.. de amor, de trabajo, de estudio, de absolutamente todo, y en las ganas y la fuerza (¿o fe?) es dónde radica la tajante diferencia.
Mañana va a estar soleado y me resbala lo que diga el pronóstico de esta noche, y yo estoy sana mentalmente y me resbala el diagnóstico del psicólogo, y todo va a salir como yo espero y quiero, siendo indiferente a los condicionantes, el destino y toda esa porquería, única y simplemente porque así es como se me antoja que sea en este momento.

sábado, 5 de febrero de 2011

Miau,

Te juro que ni por un segundo dejé de pensarte.
Me arrepiento, y quise sin quererlo en serio. Ya no es lo mismo, hay una mancha que desenfoca el destino. Perdonarme sería un error, pero igual te lo imploro, perdoname mi amor. No me preguntes, no sabría mentirte.
Los días corren con el único objetivo de volver a verte. Te extraño, tanto...

Voy cayendo, en las ansias de reencontrarte. Soy tan frágil frente a tu recuerdo, tan vulnerable.
Y lo más indignante es que quizás podría evitarme, reprimirme, desaparecer ahora que todavía estoy a tiempo, y sin embargo no quiero. Quiero en cambio seguir caminando.

jueves, 3 de febrero de 2011

Summertime.

Si hubo algo que extrañé estos últimos quince días lejos de casa, además de los almuerzos y cenas de mamá y de las puteadas mañaneras de mi viejo a modo de despertador, fue al teclado... procuren contener risas, porque lo digo muy en serio. Es mi cable a tierra, el único instrumento capaz de atrofiarme los dedos y acostumbrarlos a golpear teclas, perdiendo la habilidad de dominar bolígrafos y presionarlos contra el papel.
Mi descarga se produce únicamente frente a un ordenador y es así. Sumada esta abstinencia a los sucesivos acontecimientos que tuvieron lugar estas dos semanas, y se quedaron carburando en mi cerebro haciendo leña con mis neuronas fundidas.
Por empezar, hubo más de un encuentro desafortunado, esos que por más que te preguntes y repreguntes te vas a morir sin saber para qué carajo tuvieron lugar.. pero ahí estuvimos, yo y ellos, para vernos una vez más, para jodernos la vida o para qué uno puede llegar a saber.
Puedo llegar a pensar que a partir de esos momentos, el no, es decir el corte se volvió concreto, el cierre se corporizó en un hecho tangible, en la distancia considerada cuando nos saludamos con un beso. Puedo llegar a pensar, que vi claramente como mi pasado sigue vivo, y puede seguir viviendo tranquilo, allá atrás, sin la necesidad exasperada que siempre me urgió por desaparecerlo, arrancarlo de mi memoria y creerme entonces que nunca nada pasó.
Es mentira, el poder de la mente es exquisito claro está, y sabemos que es quien impera sobre el resto de nuestro cuerpo y ser, pero superar no es lo mismo que aceptar. Y yo sólo supero, escalo, huyo, me alejo, subo y piso. Jamás acepto nada, porque lo siento injusto (la vida de hecho es una sucesión de hechos de poca justicia y sin fundamentos).
Por eso me duelen muchos recuerdos que en realidad ya no significan nada. Porque cuando el destino y el mismo presente exhuma la fosa donde enterré todos mis muertos, los fantasmas que nunca asimilé vuelan directo a mi cabeza para perturbarme.
En efecto, después de tantos malos tragos, entendí que está bueno haberme por fin acabado el vaso, jaja.
¿Y esa noche tétrica en el hospital...? Y esa otra noche de manos esposadas y mi cárcel que siempre fue mi cuerpo... Otra vez no puedo explayarme, quizás esos sean otros nuevos cadáveres del pasado que ya me adelanté a sepultar sin tener tiempo de aceptar. Y bueno, el hombre es el único que animal que tropieza dos veces con la misma piedra, ¿no es así?
Demasiado alcohol, ¿será un intento de acelerar la vida? Nunca lo tomé así, pero podría ser una posibilidad.
Dos encuentros de mierda (sin sutileza), cuarenta y ocho discusiones y veinticinco llantos, horas de sueño demás, tres botellas de vodka nada más, catorce días nublados (quizás para toda la ciudad salió el sol, pero para mi cabeza, para mi departamentito de Falucho el sol hizo un par de apariciones y después se hizo desear), ninguno llovió... ¿Me fui yo o fui yo a llevar a alguien más?
Me confunde, pero tengo que admitir que a pesar de que indudablemente la necesito, ya no soy tan dependiente de la soledad.

Si todavía tenía alguna duda, este primer mes hizo una masacre con mis inseguridades. Volver y encontrarme con este listado de títulos escalofriantes, y con un intento de mujer y con todas las carencias que implica el sexo femenino, sufriendo por todos y por ella misma. Histérica, molesta, pesimista y resentida –Resentida, he dicho- Volver y encontrarme con un espejo que no refleja un carajo, y un par de ojos obnubilados que por mal ingenio sólo filtran lo que me hace mal. Volver y no entender ni donde estás parada, y encontrar una hoja en blanco, puramente en blanco, una vida virgen, un abanico de oportunidades, y entonces dale, vamos a elegir. Volver a empezar, ya perdí la cuenta de las veces que reanudé, pero de eso se trata de un ‘reanuedo’ constante.

En fin, me quedo con esa sensación vagamente feliz, que robé o me regalaron, con el amor de verano, restándole la preocupación por su trascendencia, que sólo el tiempo decidirá.
Me quedo con la imagen de las olas suicidándose contra la escollera, mis pulmones respirando como pocas veces y esa sensación de omnipotencia que te confía tu cabeza cuando tu cuerpo es incapaz de llevarte a donde tu mente te espera.

martes, 1 de febrero de 2011

Volverte a ver

No sabría con certeza desmentirte, y si lo hice fue por autoreflejo, ante tu comentario que me resultó de imprevisto bastante necio. Hace tiempo ya no distingo muy bien el amor y el sexo, la necesidad y la costumbre, el rechazo hacia la soledad o el deseo de una compañía. Se me hace por momentos la misma cosa, y cuando actúo y más tarde lo pienso las razones se me vuelven invisibles.
Pero quiera aceptarlo o no, tengo que reconocer que en algún punto fue (fuiste, quisiera decir sos) distinto. Si bien no es la primera vez que algo se me presenta como ‘aparentemente imposible’, se profundamente que el factor que te hace complicado, al límite de estar a medias desaparecido, te vuelve mucho más atractivo. Y es incluso tu contacto a la distancia lo que más me desquicia, ese histeriqueo entre retenerte en la memoria fresca por tu voz resonando en el teléfono, y la rabia por arrancarte, por dejarte junto la imagen del mar que nunca mojó siquiera mis tobillos. ¿Cómo saber entonces si verdaderamente la rompiente y sus bramidos no eran sólo una bonita imagen sonora decorado tu aparición casi fantasmal en mi presente? ¿Cómo saber hasta donde es irreal el ilusionismo y en qué momento decide volverse milagro?
Se trata de uno de esos incógnitos que son bellísimos únicamente en su condición de ser acertijos. Me da miedo resolverte pero me destroza no poder siquiera intentarlo.
Pasos en falso, tu perfume se expande a kilómetros de tu cuello y llega hasta el mío para torturarme. Es una pelea constante entre mis neuronas y mi corazón tuerto, es ese afán de ser feliz o de por lo menos permanecer imperturbable a la preocupación, al dolor y ahora también a las distancias. Tenerte lejos, inalcanzable -odio muchísimo esa palabra- de manera que no consigo nada invocándote reiteradas veces y esforzándome por mantener vivos ese par de luces negras en los ojos más vanidosos y orgullosos con los que tuve la suerte, o infortuna, de toparme.
Pierdo tiempo, ganas y esfuerzo, atención que la cabeza misma me reclama. Perdí el enfoque y me conozco, no puedo hacer dos cosas bien al mismo tiempo. Dos problemas no se resuelven conjuntos, al menos no en mi cerebro minucioso y lento. Y está en mí, volverte un nombre más en el recuerdo y desaparecernos, o revestir mis rostro con cera y por dentro dejarme endurecer de vuelta. Y que sólo seas eso, el primero y segundo y el catorce y el quince de un mes.
No se si agradecerte o agradecerme, no encuentro ni el motivo ni el segundo exacto en el que mis músculos se desentumecieron y el palpitar se volvió cada vez más intenso... más arriesgado, más exagerado, más traicionero.
Soy realista, y mi negatividad se debe a que la realidad misma es netamente negativa. Peleé, pero en un mano a mano, sabemos que mi cabeza es la que lleva el mando. Y pese a estar perdiendo te extraño.