Estoy empezando a pensar que siempre voy a ser simplemente una imagen, todos los somos hasta algún punto, pero yo no puedo trascender, conmigo se trata de una fachada impenetrable. Aparezco y muero en la piel, abajo pareciera que no hubiese nada que podría resultar interesante.
Y sin embargo no puedo culpar a nadie más que a mí, porque actúo como si fuera un juguete, porque me divierto en el juego, y hasta quizás porque soy yo quien lo inicia.
Hay veces en donde desearía no entender, no saberlo, no descubrir ni desentrañar lo que escucho. Hay veces en las que me gustaría borrar parte de mi pasado para recuperar algo de la inocencia, y volver a creer, a ilusionar, a arriesgarme a salir lastimada, a no tener de antemano el pronóstico dramático, a conservar la esperanza de que todas las oportunidades pueden ser diferentes, y no agruparlas y desecharlas a todas ellas en una gran bolsa de generalidades... hay veces en donde quisiera volver a ser una completa idiota crédula y con pajaritos en la cabeza.
Pero hoy soy otra, hoy escucho, pienso, analizo e inevitablemente sacó conclusiones.
Y aunque quisiera (y cómo quisiera!) ya no puedo creerme el papel de tonta.