Hoy es una de esas noches en donde la compañía se hace indispensable.
El otro día hacía un breve repaso de los últimos tiempos y caí en la cuenta de cómo de apoco se fue evaporando mi sensibilidad, de cómo perdí el interés y la capacidad de confeccionarme ilusiones. Me volví un tanto fría, tengo que reconocer que soy extremadamente egoísta y que si bien no mantengo una buena relación conmigo misma, siempre me pongo primera y actúo o elijo en base a mis intereses, beneficios o conveniencias. Egoísmo puro. Esto a la vez trajo aparejado el ‘uso’ (¡y por dios que feo que queda expresado así! Pero creo que debe ser la hora la que no me deja expresarme de otra forma que no sea burda y directa) de ciertas personas, obviamente con un consenso previo de ambas partes. Dicho en palabras más sencillas: aunque me esfuerce no logro conseguir que me interese absolutamente nada, y como contracara tampoco me siento interesante.
Y hasta hoy no me importaba, hasta hoy, esta noche. No se si será culpable el frío, la lluvia incipiente, el agotamiento metal por tanto estudio(¿), el cansarme de llevar el papel de juguete que antes tanto me divertía o la simple necesidad de sentirme querida, valorada o simplemente respetada... Pero de pronto me encontré con un vacío profundo, un agujerito hueco en mi alma.
Lo bueno de esta espantosa sensación de soledad, es que mañana o a más tardar la próxima salida se va a borrar y el sólo hecho de recordarlo me va hacer sentir estúpida. Lamentablemente yo no soy así, y es una lastima porque con amor temporal sería seguramente más feliz. Pero no hay caso. La libertad es algo a lo que no es fácil renunciar.
Hace frío, estoy cansada y necesitaría un hombro, un par de oídos y todo lo demás sería un agradable complemento.... Pero don’t worry, hace años ya que estoy acostumbrada a volver mudas mis necesidades, y contentarme o conformarme con lo que hay al alcance: ahora, un café cargadísimo y amargo, unos apuntes de dos mil setecientas treinta y dos hojas, una bola de pelos que asegura ser mi perrita y una cama deshecha que desde hace tres horitas me tienta a tirarme encima.
Quiero que pasé el lunes, no doy más. Pero tengo miedo que al llegar el martes quiera adelantar una semana más, y que después quiera terminar el mes, y seguido a eso empiece a extrañar la primavera y entonces así querer terminar con el dos mil diez...
Vivo constantemente deseando adelantar el tiempo, engañándome con que después voy a estar mejor, con que el tiempo produce cambios maravillosos en nosotros. Y la realidad es que hasta que no empiece voy a seguir aletargada, y ese mañana en el que pongo todas mis fichas siempre va estar un par de fechas adelante en mi almanaque.
Lo más humillante, paradójico, triste e indignante es que el precio de mi “felicidad” (tomando el termino muy a la ligera) se reduce a decir No, simplemente No. No a esto, No a aquello, No a lo otro. Porque todo a lo que accedo, todo lo que hago me autodestruye, me llena de culpa y de remordimientos. Me equivoco y no dejo de equivocarme, pero me gusta, y aunque me haga sentir muy mal, me gusta más... lo repito. Es simple, vuelvo a ese masoquista regocijo que me produce lastimarme.
Por lo que voy a implementar una estrategia, una política de unos cinco días aprox. que sostenga una respuesta negativa ante toda solicitud, proposición y/o imposición hacia mi persona.
Jaja estoy muy mal, mirá las boludeces que generan mucho estudio, dos noches sin dormir, estar más sola que una planta plantada jaja (como dice mi amiga del alma) y sentirme asquerosamente culpable por todo lo que estuve haciendo en el ultimo tiempo....
En fin, le voy a dar un NO a TODO, y veremos que tal resulta. :D