Quiero volver en una semana y traer buenas noticias, una sonrisa despampanante en la cara e indicios de que algo haya cambiado. Tengo miedo de que únicamente siendo drástica al extremo pueda llegar a estar mejor. Lastimándome y sacando de mi vida a la gente que me molesta/demora/afecta sin rodeos, sin vueltas, eliminando a todos, aislándome en mi misma, concentrada exclusivamente en un objetivo, poner mi vida en pausa hasta conseguirlo. Esos eran mis planes para octubre. Pero octubre empezó sin que yo pudiera darme cuenta del cambio de mes, mi cabeza divagaba en un septiembre eterno, y se me fueron los días y con ellos la fecha de inicio. Ahora ante la desesperación sólo se me ocurre el más arduo de los caminos, que llevándome a donde quiero, exige un alto precio.
Estoy dispuesta.
Un último intento de hacer las cosas relativamente bien. Si no lo consigo… habrá que optar por medidas más peligrosas y extremistas. Y aunque no quiero ser igual a lo que fui, ya no le encuentro más remedio. Algunos van a extrañarme, otros se podrán más contentos, pero a mi corazón no le interesa, porque sin importar la forma en que siga el siempre continúa sufriendo.
A veces necesitas que se te cruce un buen hijo de puta en tu vida, y sin lástima te tire la justa. Duele como la puta madre, pero es lo que todos piensas y ninguno dice. Es lo que yo sabía y escondía con tapujos. A veces necesitamos que algunas cosas entren por los oídos porque si nacen en nuestro propio cerebro ni lo analizamos. Tienen razón, los meses siguen pasando y yo me desvío cada vez más, pierdo rápidamente la vergüenza, y me siento cada vez más normal. Estoy descarrilándome, ganándome con orgullo cada letra mayúscula de la palabra DESASTRE que me define perfectamente como lo que soy.
Sólo portándome mal, muy mal, encuentro algo parecido a lo que podría ser la felicidad. Y con eso sobrevivo, paso las noches pensando en formas divertidas de equivocarme, ya no me lastimo directamente, pero si encuentro a las personas indicadas y lo suficientemente audaces como para hacerlo sutilmente por mí. Realmente no quiero ser lo que hoy soy, o lo que parezco... ya no se en realidad, pero cada día que pasa refuerzo más aquella en quien me convierto.
Evito los espejos, para no horrorizarme por el hecho de que no me encuentro ahí dentro. Ya no soy yo, no tengo la mínima idea de quien lleva puesta ahora mi piel, que impulsos son los que ahora teclean las letras, cuáles son los deseos con los que duerma esta noche y las ganas con las que despierte mañana.
Hoy podría esperar lo que sea de mi misma, y juro que no me causaría la mínima expresión de sorpresa.
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