"Los hechos y/o personajes del siguiente Blog son ficticios, cualquier similitud con mi vida personal es pura coincidencia."



viernes, 27 de agosto de 2010

Vence el 27 de Agosto de 2010 a las 7:30hs.

Me giré para ver cómo dormía, le acariciaba el pelo despacio hasta que me cansé de fingir ternura. Afuera hacía frío, pero allá adentro de las sábanas helaba. No era el ambiente sino mi cuerpo frío, mi cabeza lejana, y mis sentidos absortos, reclamándome estar perdiendo el tiempo, estar regalando algo de mí, aunque sea lo más mínimo, por algo que evidentemente ya no valía más la pena.
La otra noche me dijo que me había elegido (sin decir para qué, lo interpretamos ambos en el sentido más superficial) y en respuesta a su confesión, mintiendo yo le dije mismo. Más tarde cuando le pregunté por qué a mí y el contestó, me di cuenta que el también mentía.
No tratábamos un tema de exclusividad, para nada, sino que diciendo otra cosa remarcamos cierto interés falso que quizás, y sólo quizás, el creyó al incluirlo haber adornado mejor la situación.
Me sentía tan estúpida con mis llamados de atención y mi necesidad de amor implícita en mis besos muy mal correspondidos. Me sentía helada, quise irme, pero sabía que yéndome volvía a mi misma, a mi soledad y a mi espacio para pensar en él y en los demás. Y me quedé por un rato, un largo rato, sufriendo en silencio, deseando que despertara, que girara sobre mi y me abrazara, me besara el cuello, me tomara por la mano o hiciera cualquier tipo de movimiento para sentir su presencia, para convencerme de que en verdad, a pesar de mi alma abandonada, al menos mi cuerpo no estaba solo. Y cómo si leyera erróneamente mis pensamientos, me tomó por la cintura con fuerza y con vehemencia me hizo suya, o creyó hacerlo. ¿Cómo explicar lo bien que me hacía sentirme tan mal?
Sé que yo no le importo, y sé que él sabe lo poco que me interesa. Supo desde nuestra primera noche que lo que me incitaba a desenvolverme con tanta pasión era la misma soledad y esa necesidad por engañar al vacío. Por su parte sé que el busca olvido en mis labios, y un pasatiempo directo a tiempos mejores. Por mi parte sólo estoy aburrida, y quizás sólo sea el misterio por no saber ni entender que es lo que lo cautiva de mi, lo que me hace seguir viéndolo.

Siendo profundamente masoquista, lo que más me atrajo en un principio fue la diferencia de edad, su cabeza a kilómetros de la mía, sus emociones muertas, su sexualidad al máximo, y por sobre todo su desinterés absoluto hacia mí, llega un punto en donde duele, duele muchísimo saber que pierdo el tiempo, y molesta ver como para otro, siendo yo tan egoísta y a la vez tan autocrítica y exigente conmigo misma, valgo tan poco y soy tan nadie dentro de la nada que compartimos.
Por eso son un error peligroso las noches repetidas. Todo aquello que termina antes de empezar, es una relación equivocada.
En mi caso los errores se multiplican, porque sinceramente no sabría como llevar adelante otro tipo de relación, un con vida, con espíritu y sana, que prometa una longevidad considerable. Tampoco me interesa en la etapa que estoy hoy, pero no puedo ignorar esa necesidad humillante de compañía que a veces muy mal expreso en piel de un extraño.

Una vez sola, luchando contra el insomnio, mordiendo la sábanas, bailando con la almohada y vertiendo el café en la mesita de luz, busqué el celular, necesitaba borrar la noche con otro nombre, necesitaba otra voz, necesitaba como siempre sacar un clavo con otro. Revisé la cartera tres veces, entre las llaves, maquillajes, billetes sueltos, restos de cigarrillos, boletos de subte, aspirinas y libros deshojados, entendí que mi celular no estaba. Sospecho que en ese momento mi inconsciente sonrió y mi corazón dolorido suspiró de alivio, accidentalmente lo habría olvidado en su casa, en algún rincón lejos de mi necesidad por llevarlo conmigo, para darme un descanso, para reconciliarme conmigo y aceptar que la soledad a veces es necesaria.

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