"Los hechos y/o personajes del siguiente Blog son ficticios, cualquier similitud con mi vida personal es pura coincidencia."



viernes, 11 de marzo de 2011

Soledad nunca está sola, aunque hay días que ella siente que lo está.

Una parte de mi se siente liberada, la otra... devastada. En el diario semanal de mis sentimientos tengo que anunciar que finalmente estoy completamente sola, y no hablo de una casual soledad, sino de una profunda, esa que perdura hasta un sábado por la noche.
No puedo evitar sentirme mal, y replantearme la situación o la decisión que tome sin poderla traducir en palabras. Realmente es lo que todos en alguna ocasión nos preguntamos, sabemos que tal relación no funciona, o desde un comienzo no es lo que buscábamos pero la alargamos por el hecho de entretenernos, o ponerle una cuantas fichas a ver si las cosas pueden cambiar y tonarse mejores. Pero con el tiempo, esa sensación que no sólo perdura sino se acentúa, nos hace topar con un fin, y sin embrago cuando la misma termina no podemos dejar de sentir esa angustia opresora en nuestro pecho.
Entonces nuestra conciencia nos interroga ¿Si hay dolor... será arrepentimiento? Quizás. Pero la pregunta es incorrecta. El dolor es síntoma de que algo nos fue arrancado, de un cambio en la costumbre, de una nueva ausencia. La cabeza está por sobre el corazón, y no me voy a cansar de repetirlo, la cabeza entiende cosas que el corazón sólo siente. La cabeza predice, analiza, el corazón es impulsivo y sólo actúa. Así cuando algo se termine en su vida porque así decidieron que fuera, y surja un dolor que hostigue sus razones, sólo sientan, déjenlo salir y reformulen bien su pregunta ¿Hice lo correcto?
Y el dolor no será respuesta negativa; pero las razones en cambio sí.

Definitivamente no podemos tener una relación con el amor. La gente se enamora de otra gente, no de sentimientos. El amor nos cautiva, y más cuando andamos solos, tristes y carentes del mismo, pero a la larga entendemos que no nos llena el amor ajeno. Para estar completos, el amor tiene que nacer dentro, ser nuestro.
Y confusa ante el amor, tentada por la invitación a volver a sentirme querida, caí.
Preocupada en parte por creer en un momento de estúpida desesperación, que no hay vuelta atrás, no hay cincel para mi coraza, no hay manera de volver a sentir otra vez. Que soy yo el problema, una piedra inerte, fría, dura, distante... resentida.
Esta mañana me sentí una basura frente a las numerosas víctimas de, justamente, mi resentimiento, y cambié ese malestar, por soledad y dolor. Ahora todo está reordenado como en un principio, con mis emociones justas y la imposibilidad de lastimar a alguien que no sea a mi misma.
Espero haber madurado y por primera vez enfrentar la soledad sin la necesidad de descarrilarme.

No fue mi error probar. Y pese al dolor y a sentirme mal, hice lo correcto.

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