No me quiero volver a sentir así.
No quiero sentir este peso, esta opresión en el pecho, esas ganas de mandar el tiempo para atrás e idear conductas diferentes con la fantasía idiota de obtener resultados distintos. No quiero culparme y sentirme incapaz, imperfecta y tan pero tan pequeña. No quiero sentir que perdí cuando nunca tuve nada. No quiero ser una mujer de piedra, insensible y aislada, a miles de kilómetros de la sensibilidad de mi piel y de la credibilidad de mis palabras. Pero tampoco quiero extrañarte, necesitarte, sentir que algo que nunca estuvo ahora me falta. Ya pasé las etapas de ilusiones, ya sufrí, ya lo viví, ya me di la cabeza contra la pared dejando que me pisotearan el corazón... ya entregue todo a cambio de dolor... y ya lamentablemente no me queda más nada para dar.
Pero aunque uno se canse muy rápido de intentar, nunca jamás se va a cansar de sufrir. Y aunque no me importe demasiado, la soledad arde, incomoda, nos mantiene constantemente con la sensación de que algo nos falta, de que tenemos un vacío irrellenable.
Así andamos, siempre con esa sospecha acertada de que perdimos algo que nunca tuvimos. Siempre con esa necesidad en el pecho de algo que no conocemos.
Y aunque me considere la mina con los pies sobre la tierra más desconfiada y realista de todas, no puedo negar que me es imposible controlar la confección mental de ilusiones, y que la esperanza es de todas la última llama en apagarse junto con la de la vida misma.
El día que deje de hacerme ilusiones, ese va a ser el día para el cual ya no exista ningún mañana. Asique mientras tanto.. a seguir sufriendo con ganas!
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